CVR
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Ayer se cumplieron 15 años de la presentación del Informe Final de la CVR y, a razón de esta fecha, no han faltado quienes insisten en cuestionarlo a partir de medias verdades y la conveniencia política. El esfuerzo por instalar una versión distinta del pasado se abre paso a pesar de que el documento se sustentó en casi 17 mil testimonios y, al aprobarse, tuvo un amplio consenso en la sociedad, los partidos políticos y las mismas FF.AA.

Una de las farsas más extendidas es que la CVR relativizó la insania terrorista. Quien afirme eso miente o nunca ha leído el Informe, que expresamente señala que en esos años fue Sendero Luminoso “el principal perpetrador de crímenes y violaciones a los derechos humanos”. También que SL fue una organización “subversiva y terrorista” que “representa la expresión de una ideología fundamentalista” que buscaba “instaurar un régimen totalitario”.

Otra mentira es que la CVR desconozca el valor de las FF.AA. o que las acuse de haber desplegado una política institucional contra los derechos humanos. Lo que sí hace es identificar con nombres y apellidos a oficiales y subalternos vinculados a casos indefendibles como Los Cabitos, Accomarca o las violaciones en Manta y Vilca, pues inevitablemente donde hay víctimas hay responsables.

Quince años después, cada vez que la frustración o la violencia parecen apoderarse de un pedazo de nuestro país, podemos seguir hablando genéricamente sobre la necesidad de crear canales de diálogo entre la ciudadanía y los gobernantes. Pero, ¿cómo hacerlo si permitimos que se desprestigie el esfuerzo de la CVR por curar heridas? Preferimos gastar energía en destruir lo poco que se ha hecho desde el Estado y no en construir desde ahí, como si el olvido pudiese llevar a alguna forma de reconciliación o justicia.

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