"No vivimos en un paraíso y la pandemia nos ha mostrado que tenemos grandes debilidades, pero estas no son resultado del modelo económico sino de la pobre gestión pública de nuestro Estado en sus tres estamentos".
"No vivimos en un paraíso y la pandemia nos ha mostrado que tenemos grandes debilidades, pero estas no son resultado del modelo económico sino de la pobre gestión pública de nuestro Estado en sus tres estamentos".

La pandemia parece habernos puesto muy pesimistas. En los últimos días he leído varios artículos y comentarios que mencionan que nuestro modelo económico trajo crecimiento, pero no desarrollo y culpan a los empresarios de ser “ciegos” ante esta realidad y de no plantear soluciones o involucrarse en ella.

Con respecto al primer punto, no entiendo cómo pueden decir que el modelo no trajo desarrollo cuando en los últimos treinta años redujimos la pobreza del 60% al 20% y hace un año las Naciones Unidas nos felicitaba por ser uno de los países más exitosos en el mundo en reducir la pobreza multidimensional, que mide carencias en dimensiones de educación, salud y nivel de vida.

No vivimos en un paraíso y la pandemia nos ha mostrado que tenemos grandes debilidades, pero estas no son resultado del modelo económico sino de la pobre gestión pública de nuestro Estado en sus tres estamentos. La pandemia ha ocasionado una fuerte pérdida de empleos y un incremento de la pobreza, para revertir esto tenemos que retomar la senda de crecimiento, promoviendo la inversión privada y mejorando la gestión pública, sin eso no hay desarrollo.

En cuanto a la ceguera de los empresarios y a su desinterés por el país, creo que basta con ver los resúmenes de los CADE de los últimos 25 años, que resaltan la importancia de mejorar nuestra institucionalidad y la calidad de servicios públicos básicos como educación, salud y justicia; así como fortalecer la calidad de la gestión pública y programas sociales, entre otras recomendaciones, para notar que esta es una acusación sin fundamento. No podemos culpar a los empresarios por no hacer algo sobre lo que no tienen poder para cambiar. Por ejemplo, en las últimas semanas nuestras autoridades cometieron muchos errores por no querer escuchar a los empresarios u a otros que traían conocimiento y experiencia a la mesa.

Es fácil diagnosticar los problemas y echar culpas, lo difícil es proponer soluciones que los resuelvan y convencer a los que nos gobiernan que las implementen. La responsabilidad de elegir a buenos gobernantes es de los electores y no de los empresarios, no confundamos las cosas.


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