Son puentes que generan muchísimo ruido cuando pasan los vehículos y esto va a ser terrible no solo para la contaminación sonora de la ciudad, sino, peor aún, será una tortura para los vecinos de esas zonas. . (Foto: Andina)
Son puentes que generan muchísimo ruido cuando pasan los vehículos y esto va a ser terrible no solo para la contaminación sonora de la ciudad, sino, peor aún, será una tortura para los vecinos de esas zonas. . (Foto: Andina)

El alcalde de Lima busca paliar las críticas a sus casi nulos resultados en su primer año de gestión prometiendo ahora ya no motos, sino puentes. Ha anunciado que se instalarán sesenta puentes, de esos que “se ponen como mecanos” y que son metálicos (!!!) en sesenta intersecciones en avenidas metropolitanas de la ciudad. Por supuesto, estas ideas no solo no se encuentran previstas entre las medidas identificadas en el Plan MET a 2040 (documento elaborado por la propia metrópoli) ni tampoco se encuentran ni siquiera en el debate del Plan de Movilidad Urbana de Lima y Callao de la ATU (actualmente en elaboración).

El problema con esta “brillante” idea es que flaco favor le hará a la movilidad de los limeños y limeñas. No solo sus puentes entorpecerán el desarrollo y la operación de sistemas de transporte masivo como el Metropolitano y el Metro de Lima, sino que, en realidad, tampoco va a servirles a los conductores pues, como ya sabemos, la gran mayoría de soluciones viales tipo “by pass” acaban congestionadas. Pero los puentes metálicos a los que se refiere ¿serían los puentes “bailey” siendo estos puentes de uso temporal y, por ende, no aptos para un entorno urbano? Además, son puentes que generan muchísimo ruido cuando pasan los vehículos y esto va a ser terrible no solo para la contaminación sonora de la ciudad, sino, peor aún, será una tortura para los vecinos de esas zonas.

Al mismo tiempo, si llegara a colocarlos, seguro que ni siquiera ha considerado a los muchísimos peatones y usuarios de transporte público que deben caminar y cruzar esas intersecciones. A modo de ejemplo, si la Av. Javier Prado ya resulta un suplicio para los peatones, ¿se imaginan cómo será después? Otro tema es el modelo económico con el que pretende financiar la colocación de estos puentes metálicos ruidosos pues habría endeudado a la municipalidad y complicado el flujo económico de la capital –que ya sabemos es escaso-. En fin, triste legado el que pretende dejar.

Por otro lado, ya mucho se ha dicho de la absurda idea de cambiar el nombre de parques zonales a “clubes metropolitanos” y es que este nombre busca recoger este carácter de exclusividad y exclusión de la privatización de los bienes públicos. Desde hace mucho tiempo, para ingresar a los parques zonales, es necesario pagar una entrada y esto es algo que está mal pero que se ha normalizado. Parece que la idea de que, antes que ser ciudadanos, somos consumidores está tan engranada que no encuentran alternativas para ofrecer a la comunidad lo que merece: espacios públicos de calidad y de libre acceso.

Antes íbamos caminando del puente a la alameda. Ahora solo se podrá ir en auto del puente al club metropolitano.