El Bicentenario y las ciudades. (Foto: GEC)
El Bicentenario y las ciudades. (Foto: GEC)

El contexto político actual nos plantea incertidumbre, pero, sobre todo, nos otorga una enorme alegría de reivindicación en la lucha anticorrupción para una inmensa mayoría. De hecho, el 85.1% aprueba el desempeño político del presidente Martín Vizcarra, como indica la última encuesta de CPI. Pero además nos trae dos grandes noticias. La primera es que el hartazgo ante la corrupción ha ido permeando hasta alcanzar no solo a la mayoría de la población sino también a distintos sectores, entre los cuales se encuentran los gobiernos locales.

La segunda buena noticia son varias manifestaciones públicas por renovar los cuadros políticos y esto significa que hay algunos ciudadanos (quizá algunos más utópicos que políticos) dispuestos a postularse para servir a su patria. Y aquí es donde se empieza a materializar en la política la Nueva Generación Urbana de la que tanto hablo. Puesto que el debate urbano se ha insertado y consolidado en la discusión pública y la ciudad sostenible se empieza a volver una demanda ciudadana, no es de sorprender que muchas de estas personas consideren los temas urbanos como válidos de ser incorporados en sus discursos y, posteriormente, propuestas. Así es como la ciudad se acerca no solo a ser sostenible sino también humana.

En concreto esto significa la inclusión en los planes de gobierno de políticas urbanas que miren la ciudad como un bien público y que cuestionen la forma en la que hasta este momento se han ido desarrollando y consolidando las urbes en nuestro país. Significa también la incorporación de personas en su mayoría jóvenes en las listas de postulantes y en los cuadros técnicos de manera que, de ser electos, puedan llevar a cabo las acciones de diseño e implementación de políticas urbanas así como las piezas legislativas correspondientes. Es a esto a lo que hemos aspirado desde el Cómo Vamos: a que la ciudad sea materia de conversación y acción. Y es que hace diez años estamos impulsando, a través de datos y enfoques, la efervescencia ciudadana. Promoviendo y amplificando la voz que reclama una mejor ciudad. Es para nosotros un privilegio presenciar esta evolución y seguiremos apostando para que esta preocupación, genuina y propositiva, sea permanente pues no nos merecemos ni congresistas corruptos, ni alcaldes mafiosos, ni líderes políticos convenidos. Todo lo contrario, lo que necesitamos son ciudadanos activos que entren a puestos de poder y que representen una forma de hacer política que sea distinta, pero, atentos, no cualquier política, sino política urbana. El bicentenario no nos trae solo una nueva generación política sino también un nuevo enfoque de ciudades. El bicentenario nos abre las puertas a la era de las ciudades y los territorios justos, democráticos y sostenibles.