Censadores y empatía. (Perú21)
Censadores y empatía. (Perú21)

El día de hoy es el censo nacional. Ha habido mucha polémica con respecto a la metodología, que nos exige quedarnos en casa gran parte del día, y respecto a ciertas preguntas, como la de autoidentificación étnica y la de religión.

Más allá de estos debates, el censo nacional representa un esfuerzo gigantesco del Estado para levantar información que sirva para la elaboración de políticas públicas.

Para hacer este recojo de información, el INEI ha reclutado a más de medio millón de voluntarios, quienes serán los encargados de tocar las puertas de nuestros hogares y aplicar el cuestionario. Esta labor es casi ad honorem.

Generalmente, el perfil del voluntario es un joven estudiante colegial o universitario.Además del cúmulo de datos, un beneficio secundario de este censo es la oportunidad que les brinda a estos jóvenes de vivir esta experiencia. Estos jóvenes pueden haber tenido diversas razones para ofrecerse como voluntarios. Una de estas razones puede ser un interés en ir más allá de su propio mundo, en explorar diferentes realidades y acceder a situaciones que los confronten. Si bien es cierto que a cada voluntario se le asigna un sector cercano a su lugar de residencia, de todas maneras, hay una diversidad económica, social, cultural y política a la que se van a exponer. Es posible que los jóvenes, por ejemplo, observen diferentes configuraciones familiares, desde la típica familia de papá, mamá e hijos, hasta gente que comparte un espacio común sin ser familiares, entre otras.

Este ejercicio de enfrentarse a la diversidad permite abrir perspectivas y enseña que la vida puede ser muy diferente a como cada uno la vive. El censo, en suma, está dando la posibilidad de que una cantidad importante de jóvenes desarrolle empatía con el prójimo, esa cualidad tan necesaria en un país habituado a mirar al otro por sobre el hombro, más que comprenderlo en su diversidad.

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