(Foto: PCM)
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No pudo más Aníbal Torres y volvió a desflemarse, para variar, arremetiendo contra el periodismo independiente, esta vez personificado en la conductora del programa Cuarto poder, Sol Carreño. Insultándola, además, en su condición de mujer y madre de familia. Deplorable por decir lo menos, viniendo de un funcionario del más alto nivel, el presidente del Consejo de Ministros, nada menos.

“Mala fe, mala entraña, esa mujer que hace eso es mala madre, no puede ser buena madre, es mala esposa, no puede ser buena esposa, es mala hija, no puede ser buena hija, si tiene hijos solo está deformando a sus hijos, los cría con complejos de superioridad”, soltó, colérico, el premier más machista que ha visto nuestra historia política, sorprendiendo a propios y extraños al referirse públicamente a un reciente reportaje del mencionado espacio televisivo presentado por Carreño.

La periodista le contestó el último domingo, poniéndolo en su sitio, con la altura que ciertamente el premier no tuvo en su vitriólica alocución, todo un dechado de prepotencia y machismo duro y bruto.

Por lo pronto, se han pronunciado los colectivos feministas, parlamentarias y parlamentarios de diversas bancadas, así como la Sociedad Nacional de Radio y Televisión y el Consejo de la Prensa Peruana, rechazando estas últimas entidades “que durante una actividad oficial el jefe del gabinete, en presencia del presidente de la República y de algunos miembros del gabinete, (se) haya agraviado a una periodista de manera personal, haciendo alusión a su condición de madre, esposa e hija. Dichas declaraciones no hacen más que socavar nuestra democracia y el Estado de derecho”.

Sin embargo, del oficialismo –salvo un tibio comentario reprobatorio de la ministra de la Mujer– nadie se ha atrevido a decir esta boca es mía, su mutismo es elocuente: un más que tácito respaldo a las palabras de Torres.

En política, los ataques verbales a veces se salen de tono, en efecto, pero jamás se había oído a una alta autoridad del Estado pronunciar tamañas barbaridades, denostar a una profesional por su condición de mujer, madre o esposa. Esperemos que la socorrida delegación de la OEA haya tomado nota de este repudiable episodio como una nueva señal de hostigamiento a la prensa, porque son conductas como esa las que ponen en riesgo la democracia en el Perú.

Toda nuestra solidaridad con Sol Carreño.