Giro a la vuelta. (Photo by ALEJANDRO PAGNI / AFP)
Giro a la vuelta. (Photo by ALEJANDRO PAGNI / AFP)

El triunfo de Javier Milei en las elecciones primarias de Argentina –llamadas PASO por “Abiertas, Simultáneas y Obligatorias”– ha reflejado un voto de protesta y hartazgo de parte de los sectores populares y de una clase media que sigue padeciendo las consecuencias del manejo irresponsable de los gobiernos kirchneristas y, cómo no, de la tímida reacción de Macri cuando le tocó gobernar.

Las políticas populistas para salvar a la Argentina del caos se sucedieron año tras año luego de la gran crisis de 2001, la del famoso “corralito”, la que terminó con el presidente Fernando de La Rúa huyendo en helicóptero desde la Casa Rosada.

No obstante, lejos de estabilizar la economía platense de modo duradero, por el contrario, las medidas de entonces terminaron endeudando sideralmente al país y llevando la inflación a niveles catastróficos.

No hay que olvidar que fueron los propios peronistas encabezados por un demagogo profesional como Carlos Menem quienes, a través de una ortodoxia económica supuestamente modernizadora –minada por millonarias corruptelas en ventas de activos públicos– llevaron a la ruina a los argentinos hacia fines del siglo pasado. Y años después fue otra facción del mismo partido Justicialista, liderada por Néstor Kirchner, la que surgió como presunto remedio al desastre en que se encontraba el país del Plata.

A la muerte de Kirchner, su esposa Cristina se hizo del poder, prolongando las políticas económicas heterodoxas –vamos: populistas y corruptas– de su difunto antecesor, y, cómo no, la larga saga de acusaciones de corrupción que sigue arrastrando el kirchnerismo como conjunto.

Javier Milei, histriónico personaje autodenominado como “anarcoliberal”, es para muchos una incógnita. Es simpatizante de algunas de las políticas de Jair Bolsonaro y empata con la derecha conservadora del Vox español, sus propuestas incluyen privatizar las empresas públicas —tremendos elefantes blancos argentinos—, eliminar la Educación Sexual Integral (ESI) —donde encontrará seria resistencia entre los liberales platenses—, la libre portación de armas, la desaparición del Banco Central, la dolarización de la moneda argentina, pero sobre todo acabar con “la casta”. Una referencia directa a los políticos tradicionales de ese país, sobre todo peronistas (aunque tampoco se libran los otros partidos de derecha).

Y no se equivocan quienes afirman que es esto último lo que más ha seducido de su discurso antisistema: que se vayan de una vez los que han venido gobernando Argentina en los últimos 20 años.

Falta ver todavía el desenlace de esta histórica contienda, se verá cuando lleguen las elecciones presidenciales, pero de que se viene un gran cambio en la patria de Maradona y Messi, se viene.