Lo de Otárola no sorprende: no es la primera vez que se observa a un galán maduro perder el seso (y por consiguiente el poder) por una otoñal concupiscencia hacia ninfas tiernas, ardor que lo lleva a comportarse como un conchudo sugar daddy. Digo “conchudo” porque refuerza su sex appeal crepuscular y erotómano no con dinero propio sino ajeno (una oferta de empleo público en este caso). De lo que he observado y leído en mi vida, doy por muy cierto aquello de que los políticos suelen ser más cachondos que el resto de los mortales y poco propensos a la andropausia, ignoro si por ser más machos-alfa al contener más testosterona, haber sido poco populares con las féminas cuando jóvenes o simplemente por tener juntas las tres “p” que seducen tanto a las doncellas (plata, poder y prestigio. Porque Otárola bonito no es y a la moza no se le escucha muy entusiasmada por verle). Al momento de escribir estas líneas todo indica que Otárola ya recibió la tarjeta roja por su foul sexual y tendremos por eso nuevo premier y gabinete, a menos de que el ampayado pruebe que le han imitado la voz con inteligencia artificial o algún otro cuento creíble para coleguitas tipo Lúcar. Pero ese faisán erótico ya tiene demasiado plomo en el ala como para volar muy lejos. ¿Quién soltó el audio? ¿El hermanísimo Nicanor Boluarte contra su rival? ¿El ‘filósofo’ Villanueva por revancha? ¿Gorriti para distraer? Eso no ha sido gratis.

Hace rato que se rumoraba que las relaciones entre Dina y Otárola no eran tórridas sino gélidas. Lo que de verdad sorprende, porque Otárola aparecía como un elemento imprescindible para la inexperta y torpísima Dina, además de que los dos estarán muy juntos en los futuros juicios eternos que el IDL y la izquierda les hará por los muertos en el sur. Y esta ignominiosa salida impide que Dina le otorgue un premio consuelo al sicalíptico, tipo una embajada o un organismo internacional. No sé si Dina encontrará un reemplazo que le sea tan funcional como Otárola.