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Redacción PERÚ21

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Guillermo Giacosa,Opina.21ggiacosa@peru21.com

Desde el aciago 11-S en EE.UU. se pueden ordenar datos que reflejan con claridad cuáles son las prioridades de la superpotencia. Saber que las investigaciones oficiales sobre el terrible hecho ascendieron a sólo US$600 mil, mientras que la fellatio de Bill Clinton les costó US$52 millones, nos está diciendo que para el Ejecutivo de USA es mejor que del 11-S se sepa lo menos posible. Como tampoco es bueno difundir que las reservas de petróleo mundiales disminuyen aceleradamente. En ese caso no es difícil adivinar que los ataques, absolutamente injustificados, a Irak y luego a Afganistán, son parte de una concepción geopolítica destinada a controlar las rutas del petróleo y a sus productores. En el mismo rubro se inscriben las amenazas a Irán y los intentos desestabilizadores en Venezuela, que nuestros periodistas apoyan con tanto entusiasmo. Podríamos sumar a este complejo escenario el pedido, teóricamente disparatado, de Colombia de ingresar a la OTAN con un status especial y el tratado de libre comercio anunciado entre la misma Colombia e Israel. Más aún, podríamos sugerir, si no asegurar, que Colombia se perfila como el Israel de América del Sur. Ya ha avanzado permitiendo la instalación de 8 bases militares en su territorio de las más de 1,000 que USA ha sembrado en todo el planeta, especialmente donde hay o por donde pasa el petróleo. Si un periodista no ve en esta breve descripción un peligro para nuestras democracias es porque le interesa más lo que ordenen lo gringos que los deberes ante la población de su propio país.