Redacción PERÚ21

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Para muchos, la combinación de los exquisitos sabores es considerado un arte y el chef Grant Achatz es uno de los pocos que domina esta habilidad. El fundador del restaurante Alinea, es el único en todo Chicago, , que tiene tres estrellas de la Guía Michelin, el honor más alto.

Achatz, de 44 años señaló, que su restaurante ofrece una "gastronomía molecular", que altera las características físicas y químicas de los alimentos. Asimismo, el ingenio del Chef para combinar sabores llevaron a que un año después de su apertura, el restaurante fuera nombrado por la revista Gourmet como "el mejor de Estados Unidos".

Sin embargo, en medio de este reconocimiento, el famoso cocinero recibió una dura noticia que le cambió por completo la vida. Los médicos le dijeron que tenía cáncer de lengua muy avanzado y que su vida corría serio peligro. El tratamiento hizo que perdiera el sentido del gusto y el chef le contó su experiencia a la BBC.

La fama del aclamado chef llevó a que la noticia de su enfermedad se difundiera y que la prestigiosa universidad de Chicago le ofrezca a Achatz probar un novedoso tratamiento que no involucraba extirparle la lengua.

No obstante, con el paso del tratamiento el chef comenzó a perder el sentido del gusto. "¿Quién hubiera pensado que un chef reconocido mundialmente de pronto perdería el sentido del gusto? La ironía era insostenible".

Al principio Achatz se sintió derrotado. Pero luego se dio cuenta de que el tipo de comida que creaba -la gastronomía molecular- es "altamente conceptual". "Eso viene de tu mente, no de tu paladar", se dijo.

El chef decidió seguir trabajando en lo que lo apasionaba dejando que sus ayudantes se ocuparan de probar y evaluar sus platillos. Sus años de experiencia y todo su conocimiento sobre los sabores y las texturas de los alimentos permitieron que siguiera preparando a ciegas.

Al cabo de unos meses llegó la mejor noticia: los médicos le dijeron que el cáncer había desaparecido y al cabo de un tiempo Achatz comenzó a poder sentir los sabores. 

Hoy el famoso chef ha recobrado su paladar completamente y su negocio se ha expandido, con la apertura de otros dos restaurantes. Pero asegura que no pasa un solo día sin olvidar lo que se sentía no poder percibir el sabor de nada.

Aunque parezca irónico, él no tiene dudas: "Perder el sentido del gusto me convirtió en un mejor chef", aseguró. La crítica le dio la razón: en 2008 fue nombrado el Mejor chef de EE.UU por la prestigiosa Fundación James Beard, considerada por muchos como el Oscar de la cocina.