Soy un hincha de la selección peruana de fútbol y nací hace 36 años. Nunca vi un mundial y siempre viví del recuerdo de mundialistas como Teófilo Cubillas y Julio César Uribe. Pero ahora esto ha cambiado. “No hay mal que dure cien años, ni fútbol peruano que lo resista”, gritó en su último relato el difunto Daniel Peredo. Y fue verdad.

Hoy millones de peruanos hinchan el pecho como yo, llenos de emoción, al ver a nuestra selección en Rusia. Este sentimiento está en cada esquina, en cada calle y en cada hogar peruano.

Por ejemplo, Fernando Yupanqui, pintor empírico de 60 años, ha plasmado su arte en murales en El Agustino. Estos muestran los rostros de Gareca, Guerrero y Farfán. “Yo pinto porque estoy orgulloso de los muchachos”, asegura. Y no es el único.

Tito Galindo, dueño de la funeraria del mismo nombre, nos dice que “este sentimiento rebasa las barreras de lo terrenal”. Él nos cuenta que 20 hinchas de la bicolor –quienes murieron en distintas circunstancias– han sido enterrados en ataúdes pintados de rojo y blanco.

La algarabía también se vive en diversos centros comerciales y, cómo no, en el emporio de Gamarra. Allí los comerciantes hasta han vestido la fachada de una galería con los colores de nuestra bandera.

“Desde que la pintamos, nuestras ventas han subido en 80%”, expresan con total satisfacción. ¡Soy un hincha de la selección que nació hace 36 años y que hoy, por fin, verá por primera vez a nuestra selección en un mundial!

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