"En el aula había interactividad, trabajos en grupo", asegura el psiquiatra Carlos Bromley.
"En el aula había interactividad, trabajos en grupo", asegura el psiquiatra Carlos Bromley.

Se acabaron los recreos, los coqueteos, los trabajos en la casa de un compañero, las pijamadas, las salidas en mancha al cine y las fiestas. La , superior o universitaria no solo trata de un año de instrucción en el que aprendemos matemática, lenguaje o biología, o nos prepara para ser mecánicos, diseñadores, médicos, cineastas o arquitectos, sino que forman parte del aprendizaje social.

“La pandemia ha afectado y seguirá afectando de manera grave en la salud mental de niñas, niños y adolescentes, en edad escolar y universitaria, porque restringe su aprendizaje social que es tan necesario para el crecimiento y desarrollo de la personalidad, que es más importante que el académico, que es instructivo”, explica el médico psiquiatra Carlos Bromley.

Para el especialista, las se pueden hacer en casa, pero el aprendizaje social requiere la presencia de personas. “Somos seres sociales, necesitamos interactuar, tener amistades con quien conversar las cosas que nos pasan, tener amigos íntimos, los primeros amores, descubrir la identidad sexual, el inicio de la primera sexualidad. Todo esto se ha visto retrasado. Ahora están pegados a una silla y una computadora. En el caso de los menores es muy difícil mantenerse así, no es su naturaleza, y puede ser traumático”, detalla.

En cuanto a los colegios, añade, –debido al brusco cambio– no han logrado mecanismos adecuados para el proceso de enseñanza, lo que causa preocupación: “Ya no tienen recreo, que es tan importante. En el aula había interactividad, trabajos en grupo, se tiraban papelitos y los profesores se convertían en personas de confianza para contar los problemas de la casa, en ellos hallaban un consuelo, hacían su catarsis... Hemos perdido eso, es muy difícil hacer tutoría por videollamada, se pierde confidencialidad desde casa”.

Bromley considera que las clases virtuales son un trauma para los menores y también como para los padres, que antes se despedían de sus hijos para dedicarse a lo suyo – incluso había colegios que no mandan tareas– y ahora deben trabajar en casa y estar pendientes del colegio.

JÓVENES

En época de educación superior y universitaria, a partir de los 17 y 18 años, ya se desenvuelven con independencia. “No solo se va a estudiar, sino a relacionarse con quienes se encuentran en clases. Van a cafeterías, de compras, fiestas, tienen enamoradas. Todos interactúan”, remarca Bromley.

Otro año más de manera virtual, advierte, sería terrible porque hay muchos chicos que van a necesitar terapia por los traumas propios de la pandemia, confinamientos, falta de interacción. Por ello, dio algunas alternativas para mejorar la salud mental (ver infografía). Aconseja que, cuando la situación mejore, en las zonas con menor tasa de contagios –como las rurales– se restablezcan las clases presenciales, dividiendo a la población por grupos y turnos, como en otros países. Si es posible, añade, hay que tener creatividad e invertir un poco más. Todo el bienestar de nuestro futuro.

DATOS

  • Un total de 2,323 teleorientaciones por salud mental se realizaron a menores de 17 años durante 2020. Al 11 de marzo de 2021 suman otras 765, informó Telesalud del Minsa. La mayoría de atenciones fue de 12 a 17 años.
  • En 2020 se trasladaron 337,870 estudiantes de instituciones educativas privadas a públicas. Esta absorción fue del 18.7% en primaria (183,536), 17.5% en secundaria (92,700) y 11.5% en inicial (61,634). Son 8.1 millones de estudiantes, 6 millones son de estatales.
  • El ministro de Educación, Ricardo Cuenca, anunció el retorno a clases presencial, gradual y opcional. Empezarían en zonas rurales.

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