Redacción PERÚ21

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Es una mujer fuerte, trabajadora y en más de una ocasión se ha sentido invencible. Estela Paredes, cofundadora y directora de gestión y desarrollo de La Tarumba, sintió hace poco que era hora de frenar.

A veces el silencio es muy femenino y Estela lo ha vivido en el cuerpo. No dijo una palabra sobre el dolor corporal que tenía. Hasta que un día ya no pudo más. Era hora de frenar.

-Fue una crisis de salud tan fuerte que me quedó claro que no importa que falte el dinero o el amor. La salud no puede faltar. Valoré la vida, lo que había hecho y lo que todavía me falta hacer.

Sufre una artritis reumatoide. Se había acostumbrado al dolor. Estela dice hoy que quiere dedicar más tiempo a su familia. En su mirada hay una energía desbordante, como cuando quieres ganarle horas a cada día, como cuando quieres vivir y vivir.

Estudió Administración en Estados Unidos, pero no era su mundo. Entre los 26 y los 27 años llegó a su vida La Tarumba. Ella ya tenía un hijo. Desde chica quiso ser artista y el sueño se cumplió cuando se encontró con el teatro y con Fernando Zevallos, su amor y el padre de ese mundo llamado La Tarumba, que pasó de ser un grupo callejero a una institución de interés cultural. Más de 100 mil espectadores al año reciben los espectáculos de circo que realizan. Estela es la organizadora, la que consigue la luna y las estrellas, la que hace posible la magia. -Hemos hecho una relación muy fuerte, con altas y bajas, pero nunca hemos perdido el vínculo esencial de compartir la vida juntos. Cada uno encontró su rol. Fernando es una persona que vuela alto, muy creativa y aspiracional. Yo soy el cable a tierra. Dejé la actuación, el sueño de ser artista y me dediqué a la producción. Creo que fue bueno. Él puede pedir para el escenario la estrella y yo hago que la estrella aterrice.

La Tarumba es una opción de vida. Su mirada vuela, recuerda aquellos días cuando comenzó el proyecto de fusionar las artes escénicas y trabajar para niños y jóvenes.

Si bien Fernando es su compañero de vida, ella cree y defiende la idea de que una mujer puede desempeñarse sola. "Lo he hecho y lo hago. Cuando empecé con un hijo me encargué de él. Cuando tomé las decisiones en la vida, las tomé yo sola. Yo nunca he sentido esa cosa de que por ser mujer voy a tener impedimentos o desventajas. Las mujeres no podemos parar", explica.

Estela proviene de una familia conservadora, pero su madre siempre fue fuerte y trabajadora. Que lo que produces sea lo que te pongas en el bolsillo. Así le dijo mamá. La cuenta bancaria es de cada uno, repetía. Y para Estela eso es importante porque la dependencia (o la independencia) en ese sentido es "bien tangible".

Ella tenía un sueño: "Vivir dignamente del arte". Y así ha sido. Lo dice con orgullo, humildad y fuerza.

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