NI UNA MENOS. (Piko Tamashiro/Perú21)
NI UNA MENOS. (Piko Tamashiro/Perú21)

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Son símbolos de la lucha contra la violencia hacia la mujer en el Perú: y dos mujeres muy distintas, con diferentes formas de luchar y de sobrevivir, pero con algo en común: ambas fueron víctimas de la violencia. Arlette nunca dudó, denunció tras la primera y salvaje agresión y se ha solidarizado con las mujeres que, como ella, son víctimas de las golpizas. Su trabajo, sin recibir un solo sol a cambio, le ha valido ser la primera peruana con el galardón a las Mujeres de Coraje, el nombramiento de la revista TIME, como activista por la lucha contra la violencia de género, e integrar el Top 100 de las personas más influyentes del mundo en la categoría de íconos.

Sin embargo, Arlette sigue luchando por justicia, pues su agresor continúa libre y amedrentándola. El caso de Lady es diferente. Tras una larga lucha, ella sí logró una condena para su agresor. Aunque su vida ha tenido un cambio radical, pues de bailarina pasó a ser presentadora de televisión y desde allí ayuda a que otras mujeres violentadas denuncien sus casos, aún no logra superar las graves secuelas psicológicas que le dejó la violencia sistemática de la que fue víctima. Por eso, este 25 de noviembre ambas mujeres, junto con otras organizaciones y colectivos feministas, marcharán otra vez con el lema “Nada ha cambiado: volvemos a las calles” para manifestar su rechazo a la violencia contra la mujer y exigir una respuesta inmediata del Estado a la situación de vulnerabilidad en que vive la mujer peruana.

ARLETTE CONTRERAS: "SIN JUSTICIA, AÚN NO TENGO PAZ NI TRANQUILIDAD"

Arlette Contreras es una mujer menuda y de apariencia frágil que se engrandece enormemente cuando se trata de denunciar el abuso.

Increíblemente, pese a que su caso se volvió un emblema en la lucha contra la violencia de género en el Perú y su trabajo para detener las agresiones a las mujeres le ha valido numerosos reconocimientos internacionales, ya han pasado dos años y cuatro meses y hasta ahora la joven abogada no recibe justicia por la brutal agresión e intento de violación del que fue víctima y que fue visto por todo el Perú.La próxima semana, Arlette Contreras deberá enfrentar un nuevo episodio del largo y cuestionado proceso judicial que mantiene en Ayacucho en busca de que su agresor reciba la sanción que se merece. “Lamentablemente, en el proceso hay muchas irregularidades, por ejemplo tenemos un médico legista que certificó la digitopresión (que sirve de base para probar el intento de ahorcamiento y feminicidio) y después de ocho meses se contradijo en el juicio. No sé por qué motivos cambió de versión, pero puedo presumir que se trata de un tema de corrupción, negociación y tráfico de influencias de la familia de mi agresor”, enfatizó.

Pese a que Arlette fue víctima de un sospechoso accidente que casi la deja sin poder caminar y por ello pidió a la Corte Suprema que su caso sea visto en Lima, para garantizar un debido proceso, la justicia le dio la espalda. “Actualmente estoy en Lima por un problema de seguridad porque mi agresor está libre. Me da terror tener que estar en Ayacucho porque cada vez que voy él manda gente para que me grabe, para que me siga. No tengo paz ni tranquilidad. Esa situación me enferma”, manifestó.

Desde la golpiza, la joven ha tenido que enfrentar más violencia. La denunciaron por falsedad, con el fin de desacreditarla y desvirtuar su testimonio en un juicio, fue atacada por redes sociales y hasta difamada por otras mujeres. “Es una situación agobiante y lamentablemente esa es la realidad que pasan muchas mujeres en el país. Por eso, no es fácil denunciar”, lamentó.

Actualmente, la joven sufre de estrés postraumático, ansiedad y depresión y aún recuerda cada episodio vivido con mucho sufrimiento, pero nada la hace detenerse. “He conocido el dolor más profundo, soy parte de esa cifra de mujeres que han sido victimizadas, agredidas y lastimadas, no solo por sus parejas, sino por todo el sistema que está tan contaminado. Por eso yo me muevo, por eso yo lucho y me indigno, y no lucro ni me aprovecho de la gente que sufre, los ayudo de corazón porque sé muy bien cómo duele esto”, dice sollozando.

Contreras está transformando el dolor en fuerza para ayudar a otras mujeres que pasan por situaciones similares y no encuentran ayuda en el Estado. Sin embargo, lamenta que aún muchos peruanos sean tan indiferentes a esta problemática. “A todos les debería importar porque la violencia duele y destruye, pero lamentablemente no todos compartimos lo mismo. Las autoridades en lugar de dar mensajes bonitos, deben encargarse de que se atienda a las mujeres y que los operadores de justicia hagan bien su trabajo”, sentenció.

NI UNA MENOS. (DEFENSORÍA DEL PUEBLO)
NI UNA MENOS. (DEFENSORÍA DEL PUEBLO)

LADY GUILLÉN: "AÚN TENGO MUCHAS HERIDAS POR CURAR"

Las heridas, golpes y torturas ya no se ven en su rostro, pero han dejado marcas imborrables en su alma. Lady Guillén es ahora conductora de televisión, símbolo de la defensa de los derechos de las mujeres y, aunque aparentemente es una mujer fuerte, se vuelve frágil cuando recuerda los duros episodios de violencia y manipulación que le tocó vivir y que marcaron su vida para siempre.

Aunque su agresor está preso, el largo camino que tuvo que recorrer Lady para encontrar justicia la desgastó enormemente. “Los cinco años y cuatro meses que duró el proceso judicial me costaron mi recuperación emocional; yo no podría haber terminado sino hubiera tenido a mi familia y una psicóloga a mi lado que me ayudaban a enfrentar a mi agresor en cada audiencia, y si no hubiera tenido a los medios de comunicación empujando mi proceso, la justicia no habría hecho lo correcto”, asevera.

A Lady le enfurece que las instituciones públicas que deberían proteger a la mujer no hagan bien su tarea. “No podemos ser hipócritas, ahora la mujer violentada acude en primera instancia a los medios de comunicación para sentirse protegida y visibilizada. La primera instancia no es la Policía Nacional ni el Ministerio de la Mujer. En el país las cosas están al revés”, manifiesta con rabia.

La conductora de televisión también se quiebra al recordar las crisis que debió superar en el proceso para recuperarse. “La recuperación emocional no es de un día para otro. Yo tengo cinco años de terapia y en ese tiempo he tenido cuatro recaídas muy fuertes y dos intentos de suicidio que no he contado mucho... Todos me ven fuerte y pensarán qué bien le han hecho sus terapias, pero no saben que hubo días en que me sentí tan mal hasta morir.

En esos días los mensajes que me decían: ‘vamos, adelante, tú puedes’, no saben lo importante que fueron para mí; me alimentaban tanto que al día siguiente iba a una audiencia y me mostraba fuerte”, recuerda.Por eso, para Lady es esencial que las personas muestren sensibilidad ante las víctimas de violencia. “Las mujeres y hombres deben ponerse en los zapatos del otro y no juzgar ni criticar. Hay que apoyar y empujar para que las víctimas persistan en obtener justicia. Para una mujer es muy difícil decir me violaron, me golpearon o me acosaron y no las ayuda en nada que las juzguen, las señalen o las critiquen porque no hablaron antes”, asevera.

Al indicar que en su caso se decidió a denunciar tras escaparse de una brutal golpiza, en pantuflas y con la ropa llena de sangre, Lady recuerda que en ese momento no pensaba en denunciar sino en sobrevivir. “Aún hasta ese punto tenía una negación a querer denunciar porque no quería enfrentar a la sociedad; me daba vergüenza que me vieran con la cara hinchada... Los prejuicios y las amenazas de mi agresor me detenían, y es que mi autoestima estaba totalmente pisoteada. Pero en todo ese proceso lo más complicado para mí fue aceptar que si permitía esa situación de violencia extrema, era porque yo también estaba mal”, puntualizó.

Sin embargo, Lady se sobrepone. Sigue en sus terapias porque considera que todavía tiene mucho por sanar y que probablemente eso le lleve toda la vida. “Aún tengo muchas heridas por curar. Esa marca la llevaré de por vida. Solo se aprende a convivir con esos malos ratos que te dio el desgraciado y lo que haces es transformarlos para que te den la fuerza para normalizar tu vida”, asevera.