Muriel Mongrut con su libro. (Juan Ponce/GEC)
Muriel Mongrut con su libro. (Juan Ponce/GEC)

Muriel Mongrut es una mujer de decisiones. Así como decidió estudiar Gastronomía en sus últimos ciclos de la carrera de Derecho, hoy, la destacada chef peruana, quien es conocida por su rol de jueza en el programa de cocina Mi mamá cocina mejor que la tuya, se lanza al mundo de la literatura con Mi primer libro de cocina (Editorial Caja Negra).

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Para Mongrut, la cocina puede ser también una potente herramienta para contar historias y, hoy, eso lo que hace con su primer cuento para niños. Lejos de los reflectores y los utensilios de cocina, la chef nos deja conocer otra faceta de su vida que pocos conocen: su amor por la Literatura y cómo en un punto de su vida pensó en convertirse en escritora.

¿Cómo se dio tu acercamiento al mundo de la cocina? ¿Fue algo natural?

Cuando era niña, mi abuela siempre me decía que ella no criaba cocineras y me paraba sacando de la cocina. Sin embargo, yo era muy autodidacta y aprendía solo viéndola. Cuando se iban todos a misa, yo me hacía la dormida y me quedaba a preparar postres. Una vez volvían a casa, tenía la mesa servida y no podían decir nada. Mi familia renegaba mucho, pero igual se comían con mucho gusto lo que hacía. A pesar que me botaban de la cocina, siempre estaba ahí de alguna forma u otra. Además, como me gustaba leer, me leí todo el libro de recetas de Nicolini.

¿Esa animadversión fue la que te llevó, en un principio, a no pensar a la Gastronomía como una profesión?

Claro, precisamente por eso nunca fue primera opción. Jamás vi la gastronomía como una alternativa para estudiar. En un principio estuve entre el Derecho o Veterinaria, porque me encantan los animales. Mi papá me dijo que debía elegir una carrera que me diera dinero y al final eso hice. Pero siempre tuve ese bichito de poder demostrarle a mi familia que podía hacer otras cosas. Eso se fue intensificando en los últimos ciclos en la universidad y por eso, a la par, me puse a estudiar Gastronomía. Fui muy constante y supe dividir mis tiempos.

¿Qué fue lo que finalmente te llevó a tomar la decisión de estudiar Gastronomía?

Cuando aún estudiaba Derecho, mis amigos de la universidad me decían que cocinaba muy bien y que estaba perdiendo plata. Me llenaban de ese tipo de comentarios. Eran halagos, pero yo solo me reía. Tuve una decepción amorosa y la cocina terminó convirtiéndose en mi salvoconducto. Me propuse hacer algo distinto a lo que estaba haciendo. Mi tiempo estudiando cocina me distrajo de todo. Como ya sabía sobre cocina peruana, me interesé mucho por la cocina mediterránea, que hoy es mi especialidad. Fue una decisión importante. Decidí dedicarme a lo que realmente me gustaba y eso es algo me acompañará toda la vida.

Te iniciaste como autodidacta en la cocina. ¿Fue una ventaja o una desventaja cuando empezaste a estudiar?

Creo que fue una ventaja porque eso me ha llevado a cuestionar siempre todo. Estoy acostumbrada a criticar todas las recetas de los libros. Cuando uno conoce la teoría de cierta forma y la práctica mucho más, sabe que en la teoría se admiten errores. Y esos son los errores que no cometía, porque nunca me apegaba a la teoría. Mi idea era mejorar siempre los platos. Recuerdo que los profesores bromeaban y me decían: ‘Señorita Mongrut, ¿para qué viene a clases, si ya sabe?’.

¿Recuerdas el primer plato que preparaste? ¿A quién se lo hiciste?

Fue un Pepián de choclo, que es uno mis platos favoritos. Siempre me lo había preparado mi abuela, pero nunca lo había hecho yo. Me lo preparé a mí misma, quise sorprenderme y engreírme. También quería saber sí podía superar a mi abuela. Me encantó el resultado y, a raíz de eso, me puse a hacer fusiones.

¿Hay una diferencia entre el personaje rígido que muestras en televisión y la Muriel del día a día?

Soy incluso peor, creo (risas). Tengo un carácter muy fuerte y principios muy marcados. Mezclar mis profesiones de Derecho y Gastronomía me dio una formación bastante singular. Pero, cuando salgo de la cocina, soy una persona muy distinta. Como cocinera o profesora sí soy muy seria. Mis alumnos me tienen miedo, puedes preguntarles (risas). Igual es con los participantes de Mi mamá cocina mejor que la tuya, son una desgracia. A veces, ni volviendo a nacer, lo harían bien. Me gusta la idea que se han hecho de mí, de que soy el grinch de la cocina. Eso me ha facilitado que conozcan otra parte de mí.

¿Se necesita mucha disciplina para la cocina?

Todo chef creativo es como un pintor incomprendido. A veces se necesita de 20 ingredientes para un solo plato. Creo que está permitido ser desordenado en la cocina, al menos algo.

Acabas de publicar un libro, pero no es el típico libro de recetas. ¿De qué se trata?

Quise contar una historia. Es un libro con el que quiero dejar un mensaje real: la cocina debe hacerse con amor. La historia es de un niño de pocos recursos llamado Shocowuon que se enamora de su mejor amiga y decide, en complicidad con su mamá, prepararle una ensalada de fideos. Hizo la ensalada de fideos, porque no tenía más ingredientes en su refrigeradora. A veces menos es más. Si cocinas solo porque lo ves en una receta, eso es algo muy vacío. He visto muchos chefs que pierden el hilo de lo que hacen por no tener nada que los inspire.

¿Qué es lo que te ha inspirado a contar esta historia?

Me gusta muchísimo la lectura. Por mis estudios en Derecho, he tenido que leer infinidad de libros. Desde muy niña, yo les decía a mis papás que quería ser escritora. Mi pasión por la cocina me está permitiendo cumplir ese sueño. Detrás de cada plato de comida hay una historia que contar. Todo tiene un significado. En el caso de la cocina, hay siempre experiencias detrás que generan recuerdos que deseamos volver a vivir.

AUTOFICHA:

-“Mi nombre es Muriel Mongrut y tengo 31 años. Estudié Derecho en la Universidad San Martín de Porres y me especialicé en Gestión Pública. También estudié Gastronomía en EXPRO y en Le Cordon Bleu. Terminé mi carrera como chef en Francia e hice una maestría en Marketing Gastronómico en España. Mi plato favorito es el tallarín verde con bistec apanado, papas fritas y vainitas salteadas”.

-“Cuando no estoy trabajando en la cocina, aprovecho mi tiempo libre. Me gusta mucho cantar, pintar en óleo y leer bastante; son las cosas que más disfruto. Además, soy una amante de los tatuajes, hasta ahora tengo cinco”.

-“A los 23 años abrí mi primer bar fusión llamado Doña Waska Resto-Bar. Lamentablemente, por la pandemia, mi negocio está pausado, pero espero pronto pueda reanudarse”.

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