Los años que trabajó junto al entrañable cómico (recientemente fallecido) fueron suficientes para reconocer su gran talento y pedir al público que siempre lo recuerde con cariño.

¿Cuándo y dónde conoció a Casaretto?
La primera vez fue en el programa Las mil y una de Carlos Álvarez, yo lo convoqué y fue ahí donde tuve el gusto de conocerlo. Él fue graciosísimo. Estábamos en Risas y salsa y lo jalé a Canal 2 junto a otros artistas.

¿Cuál sería la mejor manera de recordarlo?
Con mucho humor, como era él. No negaré que, cuando estaba frente a su ataúd, oré y me sentí muy apenado porque todavía estaba joven. Pero así es la enfermedad. Hay que sacar una lección de todo esto, no solo decir: “Chau, murió y listo”. Alejandro es una lección de vida.

¿Sientes que le faltaron más homenajes en vida?
Cada quien en su momento le hizo homenajes en la medida de sus posibilidades. Andrés Hurtado ‘Chibolín’ le hizo como tres homenajes, y también hubo eventos con Jorge Benavides y Miguel Barraza. Los reconocimientos no deberían cesar porque Alejandro ha sido un gran representante del humor peruano... Años atrás hablé con Pedro Pablo Kuczynski (ex presidente de la República) para que le haga un homenaje junto a otros artistas y lo llevaron a Palacio de Gobierno. Eso fue el paso para la pensión de gracia.

¿Qué recuerdas del trabajo de Casaretto? ¿Alguna anécdota con él?
Muchas anécdotas, pero siento que el sketch que más resaltó fue cuando vino el grupo Locomía de España. Él imitó a Carlos (Armas) de ese grupo porque tenía el pelo frizado y lo hizo tan bacán que, cuando se encuentran con Locomía en Las mil y una, ellos no podían ni hablar porque se mataban de la risa. Fue tan bueno el sketch que Locomía pidió una copia (de las imágenes) desde España. Casaretto fue genial en todos sus personajes.

Faltan más cómicos como él en la nueva generación.
Es cierto y ojalá podamos mejorar e impulsar a nuevos valores del humor.