Luis Carranza, presidente ejecutivo de CAF, revela que ya han propuesto un proceso de capitalización voluntario y selectivo, y lo primero que harán entre este y el próximo mes es recoger las demandas de todos los países para los próximos tres años.
Luis Carranza, presidente ejecutivo de CAF, revela que ya han propuesto un proceso de capitalización voluntario y selectivo, y lo primero que harán entre este y el próximo mes es recoger las demandas de todos los países para los próximos tres años.

Las necesidades de financiación en los mercados latinoamericanos se han disparado, qué duda cabe, como consecuencia directa de una pandemia, arrastrándolos a su mayor en 120 años.

Pero ¿en qué punto está la economía de la región tras el peor año en más de un siglo? ¿Pesa más la esperanza por las vacunas o las heridas que dejará 2020? Para , presidente ejecutivo de CAF - Banco de Desarrollo de América Latina, lo fundamental es tener el control de la situación sanitaria. “El inicio del proceso de vacunación es algo muy positivo, y esperemos que el despliegue logístico y el acceso sea lo más rápido posible”, acota al portal El País.

No obstante, señala que hay una gran dispersión entre los diferentes países de la región respecto al avance que tienen en el proceso de adquisición de vacunas y el despliegue que pueden tener.

En general, estima una caída del PBI del entorno del 8% el 2020, mejor de lo proyectado inicialmente (más del 9%). “Algunos países probablemente no caerán nada, como Paraguay, y otros caerán a dos dígitos, como Perú”, acota.

“Esperamos que la economía en la región recupere el nivel precrisis en 2023”, agrega. Sin embargo, Carranza revela que el PBI per cápita corregido por poder de compra no regresará al nivel de 2015, por lo menos, hasta el 2025, lo cual significa una década perdida.

MARGEN FISCAL

Precisa que “si un país tiene margen fiscal, tiene que utilizarlo”. “Este es el momento en el que se deben usar todas las reservas que han acumulado a lo largo del tiempo. Pero parte de la asimetría en la respuesta fiscal y monetaria depende de las condiciones previas a la crisis”, asevera.

Esta recesión -a diferencia de la del 2008 y 2009, cuando la región en general estaba muy sólida- ha mostrado grandes diferencias, ya que Paraguay, Chile o Perú tienen niveles de deuda relativamente bajos, pero otros tienen situaciones muy complicadas, explica.

Ante las voces que sostienen una mayor participación y acción de los bancos de desarrollo, Carranza menciona que, en plena crisis, el plan era llegar este año a aprobaciones cercanas a los US$ 16.000 millones, pero llegamos a US$ 14.000 millones porque los países no demandaron los recursos que en un primer momento consideraron.

Explica que, por un lado, las condiciones en los mercados empezaron a relajarse relativamente pronto, sobre todo para aquellos países con grado de inversión y, de otro, algunos Congresos no aprobaron los créditos negociados por el nivel de tensión política interna.

“Ahora, los bancos de desarrollo tenemos que jugar un papel muy importante en el proceso de recuperación: somos una palanca financiera muy importante, no solo por los recursos sino por la orientación que les damos, que es básicamente infraestructura productiva y social. Queremos seguir siendo relevantes para los países en los próximos dos o tres años”, enfatiza.

CAPITALIZACIÓN VOLUNTARIA

Carranza agrega, además, que ya han propuesto en diciembre pasado al directorio un proceso de capitalización voluntario y selectivo, y lo primero que harán entre este y el próximo mes es recoger las demandas de todos los países para los tres próximos años. Mientras que, en marzo llevarán una propuesta concreta, con números, de lo que necesitaría cada uno.

La capitalización será voluntaria porque las condiciones de acceso a los mercados financieros no son las mismas en cada país y una capitalización tradicional sería muy complejo de llevar adelante, puesto que algunos tienen spreads [el diferencial entre su coste de financiación y el de EE.UU.] por encima de los 100 puntos básicos y otros en el entorno de los 1.000, detalla.

“Esas diferencias se han ampliado significativamente en la última década, y la crisis no ha hecho sino acentuarlas. Lo bueno de que sea un proceso voluntario y selectivo es que algunos países pueden aprobar la medida sin entrar en el proceso de capitalización”, asegura.