Carlos Felipa junto a su familia.
Carlos Felipa junto a su familia.

Escuché sobre el coronavirus por primera vez en enero. Pensé que pronto se encontraría la cura y que nos tendríamos que vacunar para estar protegidos. No lo tomé a la ligera, pero confié en que esto pasaría. Ya vimos que el futuro fue distinto. Me llamó la atención que el virus apareció en Wuhan, China, una ciudad a la que yo había ido meses atrás. En octubre de 2019, se llevaron a cabo allí los Juegos Militares Mundiales, donde pude obtener dos medallas para el Perú. Junto con mi compañero de equipo, José Luis Casas, paseamos por la ciudad, los mercados y recuerdo que el panorama era tal como muestran los videos que se comparten en las redes sociales. En los puestos se vendían perros, gatos y otros animales.

Y fue así: el virus que está matando al mundo nació en la ciudad donde había estado meses atrás y quién sabe, pudimos contagiarnos, pero gracias a Dios eso no pasó.

ABRAZO DE MADRE

Cuando el presidente informó sobre el primer infectado en Perú, yo estaba compitiendo en Colombia. El anuncio era lo esperado. Por aquellos días mi mamá Consuelo, que vivía en Italia, decidió volver al Perú. Lo hizo un 6 de marzo y, cuando la fuimos a recoger al aeropuerto, nos pidió que nadie se le acerque. No le pude dar un abrazo, menos un beso. Nos contó de la situación en Italia y de las precauciones que debíamos tomar. De inmediato se puso en cuarentena voluntaria en su casa de Chorrillos. Ya tiene 66 años, pero felizmente hasta ahora no le han detectado nada. No la veo desde que empezó la cuarentena y tampoco he podido darle un abrazo desde que llegó al Perú.

Con mi esposa y mis tres hijos pasamos la cuarentena en casa. Hemos aprovechado estos días para fortalecernos como familia. Nuestra sala se ha convertido en cine y el cuarto de mis hijos, en una sala de diversiones. Con mi esposa hemos comenzado a ver recién Juego de tronos. También nos hemos pegado a los juegos de mesa. Son muy divertidos. Además, es una forma de mantener ocupados a los niños y evitar que se estresen. Las paredes están llenas de dibujos porque a mi hijo menor le encanta colorear. Es un tremendo. En este periodo ya logró aprenderse el abecedario en lenguaje de señas. Y el 30 de marzo mi hija mayor cumplió 17 años y lo celebramos con una torta y una película.

ENTRENAR EN CASA

Debido a la cuarentena se cancelaron dos competencias a las cuales iba a asistir. También se han aplazado los Juegos Paralímpicos Tokio 2020 para el próximo año. Esto ha sido perjudicial para algunos deportistas que ya habían logrado su marca clasificatoria; sin embargo, a otros nos da un poco más de chance para pelear con más tiempo. No hay mal que por bien no venga.

“Mi mamá regresó de Italia el 6 de marzo (...). Ella está bien, aunque hasta ahora no le he podido dar un abrazo”


Sigo con la mente puesta en el deporte. Si bien en casa no puedo hacer mis entrenamientos con bala, porque si no, demuelo toda mi sala, sí trato de hacer trabajos técnicos y seguir al pie de la letra las indicaciones de mi entrenador. Muchas veces en mis ejercicios me acompañan mi esposa e hijos; uno de ellos sigue en clases de taekwondo, pero virtuales.

RESPETO Y EMPATÍA

Debemos dar gracias y valorar el desempeño que vienen realizando las Fuerzas Armadas y la Policía. Ellos están arriesgando sus vidas para salvaguardar la nuestra. Lamentablemente, aún hay ciudadanos que no entienden la seriedad de esta crisis. Yo converso mucho con mis compañeros de promoción del Ejército y me cuentan lo difícil de la situación, que la tarea en las calles es complicada por la desobediencia de las personas. A veces es necesario poner mano dura. La gente que sale a la calle no solo atenta contra su vida, sino contra la de otras personas y la nación. Para eso están las Fuerzas Armadas, para detener y neutralizar a esas personas. Por eso exhorto a la población a respetar. No solo están trasgrediendo una norma suprema, sino están poniendo en riesgo a su familia. No sean egoístas, piensen en sus padres, hijos y abuelos.

Debemos entender que nosotros no estamos peleando solo contra el coronavirus. Se está peleando contra la ignorancia, el desinterés, la falta de empatía. El virus no es nada sin un agente humano, sin alguien que lo movilice. Una persona en la calle es un enlace para que ese virus siga contagiando. Cuando pase todo esto, nos daremos cuenta de la importancia del compañerismo y la empatía. Es necesario que el país ya no se contagie del virus, sino de valores que nos ayuden a prosperar en tiempos de crisis.

Yo confío mucho en las decisiones que está dando el Gobierno, hay que apoyar al presidente Martín Vizcarra, darle fuerzas. Esta es una guerra que nos alcanza a todos. Sigamos las indicaciones. Solo nos queda cumplir, cumplir y cumplir.