"Midsommar" es la nueva cinta de  Ari Aster, director de la terrorífica "Hereditary". (Foto: Difusión)
"Midsommar" es la nueva cinta de Ari Aster, director de la terrorífica "Hereditary". (Foto: Difusión)

Quiero hacer un combo raro. Voy a combinar películas de terror con choque cultural. Pero ten algo de paciencia y verás que tiene sentido. La película en cuestión se llama Midsommar y la puedes ver en Amazon Prime Video. Es una película de terror con producción gringa/sueca.

Esta película no plantea el más ortodoxo terror de fantasmas, extraterrestres o asesinos, sino que se centra en el subgénero de lo bizarro o perturbador. Esto nos causa miedo porque es parte de nuestra naturaleza temerle a lo que no entendemos, y como mecanismo de defensa lo rechazamos.

La premisa, sin entrar en spoilers, es sobre un grupo de gringos universitarios que se enrumban en un viaje a Suecia para visitar la aldea de uno de sus compañeros, conocer su cultura y tradiciones para desarrollar sus tesis y para disfrutar del festival llamado como el título de la cinta.

Pero el problema surge cuando los rituales practicados por los suecos empiezan a bordear y sobrepasar lo ‘aceptable’ ante los ojos de los extranjeros. El estilo de vida, los roles en la sociedad y el folclor de los locales abruman a los estadounidenses y a los espectadores. Ahí es cuando empieza el miedo porque temes lo que va a pasar. El miedo a lo desconocido.

Si bien esta es una ficción con una trama bastante distinta a las tradiciones escandinavas reales, es un perfecto ejemplo de cómo solemos proyectar nuestros gustos e intereses en otras culturas. Miles de años atrás teníamos la evangelización cristiana que logró expandir una creencia religiosa por todo el planeta y hoy la globalización evangeliza al mundo con moda, estilo de vida y política.

La pregunta que siempre me hago es ¿quién decidió que la vida occidental es la correcta? Vemos nuestras normas y prácticas sociales como lo correcto, y rechazamos o les tenemos hasta lástima a las culturas inferiores o diferentes que no siguen nuestro ritmo o nuestra moda. Lo políticamente correcto es una farsa que pretende estandarizar democracia y derechos humanos, pero, en el fondo, no es más que una imposición cultural.

La próxima vez que te dé pena que haya gente allá afuera que vive sin Internet o microondas y disfruta de una vida más rural y conectada con la naturaleza, haz una pausa y date cuenta de que estás proyectando tus gustos en ellos. Como dice el proverbio: vive y deja vivir. Y mira la película.