“El elefante, hasta el siglo dieciocho, fue el portador de una fuerza reflexiva que se aplica siempre en aras del bien. Símbolo de castidad que no desdeña la reproducción, auxilio a las crías, piedad religiosa y culto a sus muertos. A Europa, esta posición zooantropológica del elefante llega de la India”.

“Pompeyo hace un espectáculo con elefantes para representar sus conquistas en África. Los mataban a lanzazos, como en el circo romano. Pero uno de los elefantes se lamenta viendo a sus muertos. El público se pone del lado del elefante y detiene el espectáculo. Ahí se convierte en pariente íntimo del hombre. Aparece como prueba de solidaridad del elefante con otro de su especie. Un arquetipo de lo animal-humano que figura en bestiarios y en la zoología”.

“En el primer diccionario de la lengua castellana, el primer diccionario de una lengua moderna, escrito por Sebastián de Covarrubias y publicado en 1611, la descripción del elefante es la que más páginas tiene: nueve”.

“En 1850 se da origen al contacto europeo con el elefante africano. No tiene los atributos del elefante indio. No suelen considerarlo un animal inteligente, sino un grandote tonto. Los colmillos son extraídos de ejemplares vivos (en África y en el sudeste asiático, no. Solo cuando mueren). Fue la primera gran exportación de África a Europa. Las masacres de elefantes están asociadas a las matanzas de seres humanos. A la expropiación y a la explotación. A la oscuridad y a la sangre. Al marfil le sigue el caucho. Luego el cobre, los diamantes y el oro. Después el uranio, usado en las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Al uranio le ha seguido el coltán, para fabricar celulares”.

“Los núcleos básicos del elefante son matriarcales. En India y África, la matriarca tiene sucesoras y les cede su poder y su manada antes de morir. Cuando las grandes matriarcas mueren, los elefantes se lamentan durante un día. A los seis meses, cuando pasan de regreso por el mismo lugar, se detienen y murmuran”.

“El mundo infantil está plagado de elefantes”.

“13 millones de elefantes hacia 1900. Para los cálculos más optimistas, 450 mil hoy en día”.

Estos son mis apuntes como oyente en una clase maestra que José Emilio Burucúa dictó la semana pasada en la Facultad de Sociales en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Burucúa es uno de los ensayistas más importantes de la Argentina. Coautor junto con Nicolás Kwiatkowski de Cómo sucedieron estas cosas. Representar masacres y genocidios y de Historia natural y mítica de los elefantes.

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