“Con Sergio puedo mostrarme vulnerable, sabe absolutamente todo de mí. No hay persona en la que confíe más”. (César Bueno/GEC)
“Con Sergio puedo mostrarme vulnerable, sabe absolutamente todo de mí. No hay persona en la que confíe más”. (César Bueno/GEC)

El escenario del Teatro Pirandello rebalsa de periodistas. Es la conferencia de prensa de Las chicas del 4to C; la obra de teatro inicia una nueva temporada. En una esquina, una luz recae sobre el rostro de . Una fila de reporteros aguarda para tener una declaración suya. Ella responde amable y hasta suelta bromas. Brinca, manda saludos, sonríe. Sus ojos brillan. ¿Cómo imaginar que acaba de salir del quirófano? ¿Que hace unos días le hicieron una mastectomía como parte de su tratamiento contra un cáncer de mama?

Nadie se despierta pensado “hoy me dirán que tengo cáncer”. Natalia tampoco lo imaginó. Sin embargo, tiene la habilidad de sacarles la vuelta a los momentos difíciles. Basta con ver su sonrisa y oírla. “A veces digo que estábamos tan bien con Sergio (mi novio) que algo tenía que pasar, porque no se puede ser 100% feliz”, dice antes de lanzar un remate tan irónico como sanador. “Había que darle un poco de drama a la vida. Entonces... ¡démosle cáncer a la protagonista!”. Y ríe.


¿Qué sensaciones trae este nuevo estreno?

Es un sentimiento abrumador, en el buen sentido. Sentimos que nuestra chamba ha sido abrazada y resaltada. Esta obra es un trabajo bastante completo, porque tenemos que bailar, cantar, actuar y contar esta historia que te ayuda a transitar por diversas emociones. Es una comedia, pero tiene su cuota de drama también. Para nosotras el ejercicio actoral es alucinante porque… a ver, canta llorando (risas).

¿Cómo se dio tu convocatoria?

La vi en 2018 y quiero confesar que le dije a mi novio que quería estar ahí. Cinco años después me dijeron para estar y yo dije inmediatamente que sí. A mí me encanta hacer musicales, es mi género favorito del teatro. Y, además, me dijeron quiénes iban a estar. Todas son mis amigas, Anahí es una de mis mejores amigas, Gina también…


Y llega en un momento especial en tu vida.

Fue emocionante porque Anahí (de Cárdenas) se va a casar y le hicimos una despedida de soltera. Nos fuimos todas fuera de Lima y fue bien bonito porque hicimos la despedida, pero yo ya sabía mi diagnóstico positivo e hicimos un ritual de despedida también de mi teta. Nos compenetramos porque estuvimos como vulnerables cada una con sus cosas personales y nos abrazamos muchísimo. Es bien bonito porque al final el teatro es jugar en conjunto. Somos cinco, pero tenemos que estar amalgamadas porque si no, no funciona.


¿Pensaste en algún momento en renunciar?

No. Cuando le dije sí a la obra, yo no sabía que tenía cáncer. Es cuando estamos en pleno ensayo que me dan el diagnóstico positivo… Fue como “chicos, les tengo algo que decir” (empieza a cantar: Hay algo que quiero contar…). Ellos también pudieron tomar la decisión de decirme chau en ese instante, pero fue un “¿qué necesitas?, date el tiempo que quieras, ven cuando puedas y vamos midiendo”. Entonces me dijeron que, si un día me levanto y me siento cansada, con absoluta libertad no venga. Me sentí super cuidada y con mucha empatía.


Había el riesgo de que fueran más pragmáticos.

Y decir “es incierto y por eso encontramos a otra actriz”. Eso me hubiese devastado, pero no pasó. Y es loco, por ejemplo, yo trabajo en redes y tengo contratos con diversas marcas. Ya tenía un calendario establecido, pero con mi diagnóstico y operación todas las marcas me dijeron “paramos, cuando tu puedas nos avisas y retomamos”. Sin embargo, una marca X que me llamó para una cosa puntual, al enterarse que me tenía que operar no quiso correr una publicación a la siguiente semana y me sacaron de la campaña. Me sentí oncológicamente discriminada. Felizmente fueron los únicos. No es porque me estaba rascando la pierna, me estaban sacando una teta.


¿Nos hace falta ser más empáticos?

Definitivamente. Nadie se prepara psicológicamente para que un día te digan “sí, tienes cáncer”. No he escuchado de un taller o algo donde te empoderen por si acaso algún día te da.


-Has mencionado que estar en el teatro te hace olvidar que eres una paciente oncológica.

Los primeros días que veníamos a hacer las pasadas venía con mi tubo de drenaje, con un canguro. Saltaba y Anahí me gritaba “oye, irresponsable, no levantes el brazo”. Yo le decía: “Ya, Anahí, ya...” (risas). Se amargaba también porque venía manejando. Piensa que estoy loca, de repente sí lo estoy, pero así me siento bien, viva. Es verdad, estamos tan metidos en la historia y además las veo a ellas que olvido todo.

-¿Qué te preocupa?

No me da miedo que me vuelvan a operar, me complica la logística del tiempo. Por ejemplo, ¿si me hago una quimio el lunes, para el jueves voy a estar lista? También ya hice mi cita con la que me va a hacer la peluca, ya me hice las cejas, estoy organizando todo lo de alrededor… yo no quiero dejar la obra, pero tengo la carta de que si quiero descansar un día mi amiga lo va a hacer de manera increíble. Pero no me gustaría, soy workaholic. Literal, me desperté de la operación y cuando vi a Sergio (su pareja) le dije que pida el PDF de la obra, que hay una parte que no me acordaba.

-¿Qué es ser una paciente oncológica?

(Silencio). No lo sé. No eres una persona con discapacidad, no eres la línea preferencial en el banco ni en los supermercados…


Si con todo mi testimonio hago que una mujer vaya y se chequee a tiempo y se salve, creo que será trascendente. Invito a las mujeres a escuchar a su cuerpo. Y en general. No hay que normalizar los dolores. El estado natural del cuerpo es que no duela nada. Vayamos a vernos y todo a tiempo tiene solución. Cualquier dolencia”.


-¿Fue difícil aceptarlo?

La primera semana sí, era algo que no quería verbalizar. Yo soy mucho de los decretos, pero ya qué iba a decretar si ya estaba con cáncer... (risas). Pero al principio no lo decía porque era como…. teóricamente en este instante, supuestamente, ya no lo tengo en mi cuerpo porque me han quitado una mama y los ganglios, pero voy a recibir quimioterapias, radioterapias y el tratamiento hormonal porque son células chiquititas que pueden estar por ahí rondando. Se hace para prevenir y que no regrese. Es algo fuerte, te juro que creía que primero me compraría una casa y no que me detectaran cáncer.

-¿Es tu primera experiencia con esta enfermedad?

La primera persona a la que escuché decir Tengo cáncer fue a Anahí. De repente es por cómo se ha tratado a esta enfermedad o a lo que se asocia, porque es inevitable asociarlo a muerte. Te dicen tienes cáncer y piensas que te vas a morir. ¿Por qué lloraba yo? Porque tengo un hijo de un año y nueve meses y yo no lo he traído al mundo para no verlo crecer. Nunca había tenido miedo de morir hasta que me convertí en mamá. No quiero perderme un instante de su vida. Cuando me dijeron eso, yo lloraba y decía Dios mío, no quiero morirme ahorita. Lo interesante y lo que la gente no te dice es que prevenir aumenta las posibilidades de que sea curable.

-Tus padres deben sentir la misma preocupación.

Decidí primero contarle a mi familia y luego contarlo en redes. Mi mensaje fue “hola, familia, ¿se acuerdan de que hace poco me hice una biopsia? Tengo cáncer de mama. No quiero que lloren, porque voy a hacer todo lo que me indica el médico para que se vaya de mi cuerpo. Necesito que me vean victoriosa, gloriosa, empoderada, si pueden flaca y no me lloren”. Cuando vi que mi mamá estaba llorando, le dije que no me llore antes de tiempo.

-¿Renegaste de lo que te ha tocado vivir?

No. Lo que sí le dije a Sergio es que tras la operación ya estaba harta de que me duela mi cuerpo. No poder estornudar porque me dolía hasta el apellido. Pero felizmente fueron solo cuatro días.


Natalia Salas protagoniza Las Chicas del 4to C. (César Bueno/GEC)
Natalia Salas protagoniza Las Chicas del 4to C. (César Bueno/GEC)

-Has mencionado cuatro veces a Sergio en esta entrevista.

Es el amor de mi vida. Yo no quería ser mamá hasta que lo conocí a él. Me di cuenta que sería muy mágico tener un ser humano que salga que él. Y Leandro, mi hijo, es increíble. A veces pienso que vine al mundo solo para darle espacio a Leandro. Sergio es un buen tipo, un buen marido y un papá increíble y además es guapo. A veces digo, estábamos tan bien que algo tenía que pasar, porque no se puede ser cien por ciento feliz. Había que darle un poco de drama a la vida. Entonces démosle cáncer a la protagonista (risas). Un desastre.

Le dijiste.

Cuando le dije me dijo “vamos a superar esto juntos’. Le le respondí “pero Sergio, me voy a quedar sin una teta”. “Ya, pero te van a poner una nueva (risas)”, me contestó. Ha estado conmigo en todas las consultas, exámenes, operación, conmigo en la clínica, después de la enfermera el que me ha bañado ha sido él. No hay persona que confíe más que en él. Con él puedo mostrarme vulnerable, sabe absolutamente todo de mí.

-¿Qué es lo que necesita realmente escuchar una paciente oncológica?

Lo más complicado es el inicio, es un lugar de incertidumbre. Hay que tener paciencia y creo que la red de contención lo mejor que puede hacer es llevar la vida con normalidad. No hacer esta cosa de llamarte para llorar porque estás enferma. ¡Ah! Y necesitamos que nos ayuden a organizar. Una amiga me mandó fruta, un gran regalo que necesitaba. Mi marido estaba ocupado, yo en cama y nadie fue a comprar y esta amiga me mandó fruta. Se trata de no invadir, pero estar presente. Y siempre con buena actitud, nada lúgubre. Nadie se ha muerto y estamos haciendo todo para que se muera el bicho, no nosotros.


-A los verdaderos amigos se les conoce en las enfermedades.

He sentido mucho la contención de mis amigos, compañeros, colegas, personas que no conozco que me escribieron. Por ejemplo, Rebeca Escribens me mandó el número de una nutricionista oncológica y yo a ella la conozco de la vida, pero no es que seamos amigas. Pero esa es la clase de gente que tiene empatía. Podrían haber puesto un like y punto, pero fueron más allá. Y alguien que ha estado constantemente ha sido Anahí, que fue quien me conminó a que fuera al mastólogo. Ella misma me sacó la cita, me llevó, ha estado conmigo. Fue una de las primeras en enterarse.


-¿Qué es lo que viene?

Seguir con Las Chicas del 4C. Mi quimioterapia empezaría después del 10 y vamos a ir tanteando cómo me voy sintiendo. Antes de iniciar las quimios me van a inducir a la menopausia porque es un cáncer hormonal. Pobrecito Sergio, ya que estaré con quimioterapia y menopáusica (risas). Le digo “¡qué habrás hecho en tu vida pasada, porque en esta eres muy bueno!” Tengo que ver cómo me voy a sentir yo para tomar las decisiones. Ya voy a conseguir mis pelucas, incluso ya hice mi shining para cuando me quede pelona. Ya me han conseguido peluca aquí también en la obra. Y es algo incierto, cada cuerpo reacciona distinto.


-Has dicho que tú misma te cortarás el cabello.

Sí, porque tengo tres pelos y lo más probable es que se me caigan. Y entre el poco control que tengo en cómo la quimioterapia va a influir en mi vida quiero controlar eso. Yo decidiré cuándo me pelo, no la quimio.


-Y cuando toques la campana al superar el cáncer, ¿en quién pensarás?

En Sergio y Leandro, mi hijo. Si yo estoy quemando todas mis balas, es porque quiero envejecer con Sergio y ver crecer a mi bebé.


-Leandro leerá esta entrevista en unos años y sabrá lo valiente que es su mamá.

Cuando se ponga malcriado, le diré “¿para eso hice las quimios?”. No, mentira (risas). Más adelante ya le voy a poder contar lo que pasa. Ya le dije que se me va a ir el pelo, quiero hacerlo cotidiano para que no sea traumático. Después sabrá y dirá: “¿Mi vieja tuvo cáncer?, ¿en qué momento?”. Y Sergio y yo diremos: “¡Qué bien, no lo traumamos!”.


AUTOFICHA

- “Vi Las Chicas del 4to C en 2018 y este año me invitaron. Inmediatamente dije que sí. La obra de Los Productores va hasta diciembre en el Teatro Pirandello. Estoy con Gina Yangali, Anahí de Cárdenas, Luciana Arispe y Stephany Orúe”.

- “Si no hubiese dado de lactar a mi hijo, nunca me habría enterado del cáncer. Fue en el destete, cuando tenía año y medio, que me di cuenta de que me salía sangre. Si yo le daba hasta los dos años, ¿cómo lo hubiesen encontrado? Sabe Dios”.

- “Sergio, mi novio, es el amor de mi vida. Yo no quería ser mamá hasta que lo conocí. Me di cuenta de que sería muy mágico tener un ser humano que salga de él. Y Leandro, mi hijo, es increíble. A veces pienso que vine al mundo solo para darle espacio a él”.