“Aprendí a reconocer que el niño es el maestro. En clase yo reconozco que debo aprender de mis alumnos. Estoy para servir, no para estar encima”, declara Mónica Gómez (José Rojas/Perú21).
“Aprendí a reconocer que el niño es el maestro. En clase yo reconozco que debo aprender de mis alumnos. Estoy para servir, no para estar encima”, declara Mónica Gómez (José Rojas/Perú21).

Su mamá y ella ingresaron juntas a la universidad. La primera con 47 años y con 17. Una es psicóloga con maestría a punto de cumplir 80 años y ella es científica. Si bien afirma que no hay fórmulas en la vida para ser feliz, creo que ella tiene una que le ha dado muy buenos resultados: no plantearse límites.

Mónica Gómez siguió Química y luego hizo una maestría en Ciencia de los Materiales. Ambas en la UNI. Y en Suecia estudió un doctorado en Física. Además de desarrollar proyectos científicos, hoy es profesora en la UNI. “La ciencia es una llamada interna”, señala.

Pero sus padres han sido su mejor escuela y sus hijas su gran proyecto. Él, pobre, llegó de Huánuco sin documentos. No estudió porque había que trabajar para mantener el hogar. Su madre, pobre también y con dos hijos al acabar el colegio, inicialmente sacrificó sus aspiraciones para darles formación. “Todo eso queda muy impregnado en uno”, dice la última de tres hermanos.

Mónica es tímida, perfil bajo, silenciosa y hasta preferiría ser invisible. Pero también sabe que hay una responsabilidad: compartir experiencias, y por eso nos da esta entrevista. “Sé que las mujeres necesitamos visibilidad”, son sus primeras palabras.

¿Elegir estudiar Química o Física fue arriesgado?
Dentro de la presión social, sí sentí eso: o te vas a Derecho o a Medicina. Pero entender las leyes de la naturaleza es un lenguaje de vida. Por eso debemos respetar la naturaleza. Y la ciencia es algo que estaba dentro mío. Mis padres han respetado mis decisiones, pese a estar en desacuerdo, por ejemplo, cuando elegí la opción de colegio en casa para mis hijas.

¿De qué se trata el colegio en casa?
Ellas hicieron colegio en casa hasta cuarto de primaria. Yo no pensaba tener hijos, pero me casé y ya en el doctorado dije por qué no. Cuando sentí los movimientos de Paloma, mi primera hija, experimenté algo que no es fácil de explicar. Y era algo que no podía encargarlo. Por eso renuncié a mi trabajo, porque es una decisión de vida. A mi esposo le salió un trabajo en EE.UU. y nos fuimos. Investigué un poquito sobre cómo ser mejor mamá y descubrí el método Montessori. Y conocí una señora que me contó que sus hijos eran homeschoolers, porque la educación del Estado no es buena. Me dijo que los chicos que salen con mejor autoestima, mejor razonamiento y más fuertes emocionalmente son los homeschoolers. Mi esposo tuvo más trabajo y tenía que desplazarse a otras ciudades. Él ya tenía una posición allá. Pero yo no iba a soportar ese ritmo y le pedí regresar a Perú. Además, tampoco queríamos vivir en un mundo tan competitivo materialmente hablando como es EE.UU. Y volvimos, aunque para él fue bien difícil.

“Hay una necesidad de sentir y respetar el mundo. La naturaleza funciona de una forma y debemos reconocerlo. No hacerlo nos está llevando a lo que vemos”, declara la científica y profesora (José Rojas/Perú21).
“Hay una necesidad de sentir y respetar el mundo. La naturaleza funciona de una forma y debemos reconocerlo. No hacerlo nos está llevando a lo que vemos”, declara la científica y profesora (José Rojas/Perú21).

¿Fue una buena decisión?
Sí. En Lima estudié Educación Inicial dentro del método Montessori, fue toda una aventura. Y aprendí a reconocer que el niño es el maestro. Hoy en clase yo reconozco que debo aprender de mis alumnos. Yo estoy para servir, no para estar encima en los conocimientos. Y, bueno, cuando enfrentamos a qué colegio iban a ir las chicas, pensé que todos los colegios nos iban a poner estructuras rígidas y ellas se van muy chiquitas: 3, 4 años.

Soltarlas a esa edad es como dejarlas solas en medio de la Av. Abancay.
Digamos que sí. Si no puedes hacer otra cosa, hay que hacerlo y seguro fluirá. Pero si puedes tener el privilegio de elegir, entonces hazlo. Mis dos hijas estudiaron en casa. Con las dos lo dejé todo para dedicarme a ellas.

¿Y después cómo se reinsertaron al sistema educativo?
Acá aún es informal. No es como en EE.UU., que el home school está reconocido. Entonces, ellas estaban matriculadas en un colegio y yo desarrollaba el currículo. Daban los exámenes y seguían el home school conmigo. Cuando la mayor entró en cuarto, el primer día vino la maestra y me dijo: “Profesora, ¿qué ha hecho?”. Preocupada, le pregunté por qué. “Es respetuosa, responsable, sociable, solidaria. ¿Qué hizo?”. Mis padres me decían que “cómo era posible que no las mande al colegio” y los amigos me reprochaban que las iba a tener “en un cristal” y que ellas “necesitan conocer el mundo”. Sí, necesitan conocer el mundo, pero no las mandes tan chiquitas. Dales más herramientas, más seguridad.

¿Ha sido difícil sobresalir en el mundo de la ciencia siendo mujer?
Cuando llegué a Suecia en el 97, justo estaba implementándose lo que se hace ahora para los postulantes a los programas de doctorado, por ejemplo, del Banco Mundial. Si tienes dos candidatos con el mismo perfil y con la misma nota, hombre y mujer, dale preferencia a la mujer. Para mí, eso era chino en el 97. Se abrían plazas solo para mujeres. Todo tiene que ver con una reivindicación histórica. Otro aspecto es que la maternidad allá no te castiga. Puedes estar dos años fuera y no pierdes tu posición laboral. Históricamente la mujer ha estado muy relegada.

¿Dónde está lo fascinante de la ciencia?
Hay algo que nos debe quedar bien claro: lo único que vamos a mantener de aquí a un par de décadas son las energías renovables. Y hay un desequilibrio total.

Esa visión es transversal a todo.
Puedes ir a Derecho, pero el punto siempre será cómo respetamos la naturaleza, que es un lenguaje universal, transversal, un lenguaje de vida.

¿Existe una fórmula para la vida?
No, imagínate. Hay un lenguaje de amor y una necesidad de sentir y respetar el mundo que tenemos. La naturaleza funciona de una forma y debemos reconocerlo. El no hacerlo nos está llevando a lo que vemos.

¿Hay leyes para ser feliz?
No, son decisiones de vida. Felizmente las cosas no son perfectas. La ciencia interpreta lo que se tiene en la naturaleza. Pero hay algo que para mí ha sido muy importante: los sueños, son lo que nos motiva.

"La ciencia interpreta lo que se tiene en la naturaleza. Pero hay algo que para mí ha sido muy importante: los sueños, son lo que nos motiva", expresa Gómez León (José Rojas/Perú21).
"La ciencia interpreta lo que se tiene en la naturaleza. Pero hay algo que para mí ha sido muy importante: los sueños, son lo que nos motiva", expresa Gómez León (José Rojas/Perú21).

Autoficha:
- “Soy Mónica Marcela Gómez León. Nací en Lima, tengo 48 años. Estudié Química en la UNI y la maestría de Ciencia de los Materiales en la UNI, que es una carrera que te permite desarrollar diferentes tipos de materiales, desde pinturas hasta sillas. Gané el premio L’Oréal por los textiles funcionalizados”.

- “Los textiles se lucen y te protegen. Entonces, piensa en protegerte del ataque de microbios y para eso necesitas un textil especial. Así me reincorporé y luego hice mi doctorado en Suecia, con dos proyectos: energías renovables y textiles funcionalizados”.

- “Actualmente trabajo con colegas en un proyecto que tiene ya la financiación del Banco Mundial para seguir mejorando los textiles. Estamos trabajando en incorporar nanopartículas con propiedades antimicrobianas y de protección frente a la radiación solar, que silenciosamente está aumentando”.