Luis Enrique Cam, documentalista.
Luis Enrique Cam, documentalista.

Antes de empezar la entrevista en la Basílica de Santo Domingo, Luis Enrique me cuenta decenas de detalles sobre ese lugar, donde solía ir a orar y donde oyó el llamado del Niño Jesús, quien le dijo: “Rosa de mi corazón, se tú mi esposa”. Conversar con el odontólogo Cam es más bien como oír la voz de un periodista, un historiador y documentalista. Su admiración y amor por el Perú se nota en cada una de sus palabras.

¿Cómo fue su giro de la odontología a la realización de documentales?

El último año de mi carrera, con unos amigos, hicimos una revista para estudiantes de odontología. Cuando íbamos por el cuarto número, un laboratorio farmacéutico me propuso hacer esa misma revista, pero para profesionales. Pasamos de hacer 600 a 6,000 números a nivel nacional. Eso me introdujo en la redacción, hacer editoriales, entrevistas. Digamos que ese fue un paso intermedio.

¿Y cómo empezó con su primer documental?

Una tarde, me pidió que lo ayudara con una investigación para su libro Estación final, que era sobre los peruanos que murieron en los campos de concentración nazi. Tenía que contactar a un familiar de Madeleine Truel, una mujer católica que formaba parte de ese grupo de peruanos. Encontré a su sobrina y cuando me contó la historia de Madeleine, mi primer comentario fue “este es el guion de una película”. A partir de ahí yo tuve el interés de que esa historia sea conocida y pensé que el documental era el formato más adecuado. Así empieza mi historia con los documentales, no fue algo buscado, mi motivación fue que esta historia fuera conocida.

Sus documentales son siempre sobre personajes heroicos.

Es que el ser humano por naturaleza aprende de modelos y el héroe es esta figura que se presenta como un paradigma a seguir, que motiva e inspira virtudes y valores. Yo quiero aportar difundiendo esas historias. En el Perú hemos estado siempre en crisis, especialmente la crisis que vivimos ahora es de valores y lo vemos en las noticias en los casos de corrupción y otros crímenes. Entonces, ya sean los épicos héroes o los cotidianos, nos transmiten un sentido de pertenencia que nos hace estar orgullosos de quienes somos y nos refuerza nuestra identidad y arraigo con lo nuestro. Esa es la figura que yo quiero rescatar.

Luis Enrique Cam, documentalista.
Luis Enrique Cam, documentalista.

¿Cómo despierta tu interés por contar la vida de Santa Rosa?

En 2017 se cumplieron 400 años de la muerte de Santa Rosa. Yo había leído una biografía de José Antonio del Busto, cuyo último párrafo concluye que Santa Rosa es la peruana más famosa en el mundo. Efectivamente, en el documental mostramos la Catedral de San Patrick, en Nueva York, que tiene una capilla dedicada a Santa Rosa de Lima; en Canadá hay calles con su nombre; en Hong Kong hay un colegio; en Guinea, una parroquia; en Roma, la Basílica Santa María Sopra Minerva tiene una capilla dedicada a Santa Rosa; en Holanda hay un pueblito llamado Sittard, donde todos los años, desde 1669, hay una procesión dedicada a Santa Rosa.

¿Por qué cree que se volvió un personaje tan importante?

Hay varios factores: la orden dominica se encargó de difundir su devoción por todo el mundo, don José de San Martín encomendó la causa de la independencia a Santa Rosa de Lima, es decir, pasó de ser una santa virreinal a una republicana. No es una santa que fue una imposición de España, sino que es alguien que nació en Perú, probablemente fue mestiza. Son muchas las causas.

Dentro del concepto de héroes, ¿qué tipo de heroína fue Santa Rosa?

Ella renuncia al matrimonio y a una vida religiosa en un convento –que era su deseo– y se queda en su casa para ayudar a las personas. Primero a su familia, que era pobre, su padre era un gendarme del Palacio virreinal, una especie de policía, por eso ella es patrona de los policías. Santa Rosa ayudó económicamente a su familia y se dio tiempo para ayudar a otras personas sin tratar de buscar protagonismo. Encuentra la santidad así, pues, una persona santa es aquella que vive las virtudes en grado heroico.

Luis Enrique Cam, realizador del documental Una Rosa para el mundo.
Luis Enrique Cam, realizador del documental Una Rosa para el mundo.

A pesar de esa discreción, su velorio fue multitudinario.

Cuando murió, en 1617, la trasladaron desde la casa del contador Gonzalo de la Maza, donde falleció (ubicada entre el jirón Santa Rosa y jirón Ayacucho) hasta la Basílica de Santo Domingo. A pesar de que ella no tuvo una vida pública, se corrió la voz de sus acciones. Por eso todos quisieron tener un recuerdo de ella, como las flores que estaban en su tarima, pero también le empezaron a arrancar pedazos de su ropa, restos de su cabello. Se tenía previsto enterrarla el mismo día de su muerte, pero el tumulto fue tal que cuando llegó a Santo Domingo tuvieron que ahuyentar a la gente con antorchas. El velorio se extendió hasta el día siguiente y en esa madrugada, alguien le mordió un dedo del pie y se lo arrancó. Se produjo una histeria colectiva. Es reconocida su santidad desde el momento de su muerte.

¿Por qué falleció tan joven?

Murió de un aneurisma, eso está bien estudiado. Tuvo un desmayo el 1 de agosto, una hemiplejia en el lado izquierdo. Tuvo momentos de agonía.

Santa Rosa, además de la evidente importancia religiosa, también tiene relevancia histórica.

Y social también porque cohesionó a ese pueblo enfrentado entre conquistadores españoles, mestizos, criollos y esclavos. Todos la acogen como una santa suya, eso suma a unificar la sociedad. Ella ayudaba a los esclavos, a los indios y por eso la aprecian mucho. A los españoles también les interesaba que sea canonizada pronto porque era una justificación para conseguir la autorización papal de poblar estos territorios, era como una certificación del trabajo evangelizador, tenían un interés político. Existe también una gran presencia de ella en el arte, pintura, música, literatura.