Un grupo de terroristas viola a más de una docena de mujeres y luego sus cadáveres son arrojados a un abismo. También se observa a niños cruelmente asesinados. Estas víctimas de la violencia caen contra un charco de sangre y tripas de otras personas que yacen en el fondo del barranco. En sus rostros se han quedado impregnadas las expresiones de horror y espanto por los episodios trágicos que se vivieron en , en los años ochenta.

Dolorosas escenas que se observan al abrir los retablos del artista y antropólogo ayacuchano Edilberto Jiménez, quien representó estos hechos rescatados durante su participación en el equipo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). Su obra puede ser vista en la exposición Universos de memoria en el

La obra del artista y antropólogo ayacuchano Edilberto Jiménez.
La obra del artista y antropólogo ayacuchano Edilberto Jiménez.

Tradición y testimonio
En las 26 piezas de la exposición en el LUM, se observa con gran detalle el contenido de cada uno de los retablos, en los cuales las escenas de violencia son crudamente realistas. Fueron realizados cuidadosamente con harina de papa y agua. Jiménez es heredero de una tradición familiar en este arte.

Escenas que se basan en testimonios obtenidos por Jiménez en el pueblo de Chungui, Ayacucho. “En lugar de hacer transcripciones, dibujaba lo que narraban las víctimas. Sobre sus bocetos, las personas hacían correcciones. Su recuerdo es más visual porque hablaban de que caían de tal manera...”, explica Naná Lavalle, coordinadora museográfica del LUM. Dibujos que, además, están en el libro Chungui, violencia y trazos de memoria.

“En un primer momento de su obra, en los años ochenta, Jiménez utiliza la tradicional presentación del retablo ayacuchano: colorido y con flores. Luego, deja esa decoración y utiliza el color natural de la madera o los pinta de blanco. No los adorna por los temas que trabaja al interior”, agrega Lavalle sobre el trabajo del artista.

La obra de Jiménez deja en evidencia que el retablo no solo puede ser decorativo, sino también representar una puerta abierta a la memoria sobre la violencia que vivimos. Una puerta que no debe cerrarse ni para la reflexión ni la crítica. Un retablo para mirarnos.

DATOS:
-Visite la muestra en el LUM (Bajada San Martín 151, Miraflores). Ingreso libre.
-La exposición va hasta el 11 de marzo.