Lo que han hecho Carolina Orsini y Elisa Benozzi es poner a la zona arqueológica de Tumshukayko o Tumshukaiko en la mira de los italianos y de Europa entera, ya que le han dedicado un artículo de trece páginas en el número de octubre (2022) de la importante revista italiana de arqueología “Archeo”, con lo que pusieron el nombre del Perú muy en alto entre los más destacados de América. Esta antigua zona caracina es considerada uno de los 14 enclaves más antiguos del continente, con una antigüedad aproximada entre 2.500 a 3.000 años A.C.

La misión italiana Orsini-Benozzi lleva dos años de trabajo en el sitio y se proyecta para algunos años más. Las investigadoras han persistido en la zona de Tumshukayko, un espacio excepcional, ubicado en la campiña de la ciudad de Caraz, en el Callejón de Huaylas. La misión itálica rinde así culto al naturalista milanés Antonio Raimondi, figura destacada en el estudio de la flora y fauna del Perú del siglo XIX.

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Por encima de los dos mil metros de altura, el sitio de Tumshukayko es objeto de las investigaciones de un emprendimiento ciertamente audaz, ya que ha sido puesto en marcha con la participación activa de la población local, guardiana celosa de su patrimonio histórico.

TUMSHUKAYKO: SIGUIENDO LOS PASOS DE ANTONIO RAIMONDI

Tumshukayko fue uno de los lugares que visitó asiduamente por el pionero naturalista italiano Antonio Raimondi, especialmente en la década de 1860, y hoy, a pesar de estar rodeado de una numerosa población, es muy visitada por los viajeros, y es que desde varios puntos de la zona se puede observar la Cordillera Blanca y sus picos más elevados.

Portada de la importante revista italiana "Archeo" de arqueología, número de octubre de 2022.
Portada de la importante revista italiana "Archeo" de arqueología, número de octubre de 2022.

Según las investigadoras Orsini y Benozzi, Tumshukayko es el sitio arqueológico del Callejón de Huaylas más grande y mejor conservado. Ambas conocían otras zonas de Áncash desde 1999, como Huari y Chacas. Pero fue en el 2012 que hicieron una primera incursión en la mencionada zona de Caraz; y en el 2020 pudieron darle forma a su proyecto, que incluye otros sitios menores en la zona. Finalmente, en el 2021 iniciaron las visitas y excavaciones.

Si bien es cierto que, desde los años 70, las investigaciones del hábitat y de la población antigua de la zona surgieron a raíz de la detección de “antiguas semillas domesticadas y encontradas en la cercana Cueva del Guitarrero”; estas pesquisas debieron retroceder ante la violencia terrorista que sobrevino posteriormente en esa zona del país.

A inicios de los noventas la arqueóloga peruana Clide Valladolid inició valiosos estudios en la zona, que tuvo que abandonar, siendo continuados por uno de sus asistentes en las excavaciones, Mariano Araya”, indican hoy en la revista “Archeo” las investigadoras italianas.

Fueron ellos los que, con el apoyo de voluntarios y gente de la localidaddescubrieron la mayor parte del muro principal, que define el circuito turístico actual. Así se dio vida a una de las excavaciones espontáneas más duraderas (dos años) y sistemáticas de la historia del continente americano, dejando una profunda huella en toda la población”.

Sin embargo, señalan Orsini y Benozzi, dicha loable tarea -no autorizada- fue interrumpida por el Estado peruano. Aunque se reinició unos años después, bajo la tutela de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. De esta forma, se perdió el contacto con la población local, dicen las investigadoras itálicas. Parte de la población local se había instalado sobre el sitio de Tumshukayko, unos 50 años atrás, sobre todo porque les garantizaba protección ante los aluviones.

TUMSHUKAYKO: CONDICIONES ACTUALES DEL PROYECTO ARQUEOLÓGICO

Orsini y Benozzi tienen hoy en día un proyecto entre manos con dos retos principales: tratar de comprender uno de los sitios más complejos y extensos de la Cordillera de los Andes y hacerlo en coparticipación con las trece familias que habitan sobre el sitio.

El proyecto se propone estudiar el origen de la arquitectura monumental en los Andes, un tema que siempre ha atraído a los arqueólogos por las oportunidades que ofrece de estudiar la capacidad organizativa de un pueblo, de tramitar recursos y fuerza laboral, y por lo tanto de estratificación social”, dicen las autoras.

Ellas reafirman que hace 5.000 años la humanidad empezó a construir sitios monumentales, a transformar significativamente el paisaje, a desarrollar el arte y crear estratificaciones sociales y culturales. En los Andes, este nacimiento ha sido objeto de mucho debate, aseguran.

Debido a los relativamente recientes descubrimientos en la costa norte de Lima –Caral y otros– se habla de protourbanismo para el período conocido como Formativo Temprano (3000/4000 a.C.) en esta porción costera. No así para la zona donde está desarrollándose el proyecto, que tiene igualmente gran antigüedad y monumentalidad”, precisan Orsini y Benozzi.

Equipo arqueológico trabajando en la zona de Tumshukayko. (Foto: Proyecto PIARTE “Origen de la Arquitectura Temprana en los Andes” / Misión A. Raimondi).
Equipo arqueológico trabajando en la zona de Tumshukayko. (Foto: Proyecto PIARTE “Origen de la Arquitectura Temprana en los Andes” / Misión A. Raimondi).

¿QUÉ BUSCA EL PROYECTO ITALIANO EN EL PERÚ?

Las preguntas claves que el proyecto busca responder son planteadas bien por las propias investigadoras: “¿De dónde viene esta arquitectura monumental y formal en la sierra, con cánones estéticos tan definidos? ¿Cómo se construyen estas tremendas moles artificiales y con qué fin? ¿Cómo funcionaba su economía, su religión y su relación con otros pueblos de la costa, la sierra y la llanura amazónica al oriente?”.

Para las investigadoras italianas, Tumshukaykoes el más imponente sitio monumental del Formativo Temprano en toda la sierra central y sur del país”. En su artículo de la revista “Archeo” se dedican a ilustrar al lector italiano y europeo en general, con datos geográficos de la zona y sus alrededores. Pero luego describen los restos arqueológicos que la constituyen:

Una pirámide trunca central y varias otras circundantes, en un espacio agrícola –ahora semiurbano–aprovechado desde siempre gracias a antiguos canales de regadío. Esta pirámide central, que es más bien una sucesión de construcciones sobrepuestas, se eleva cerca de 50 metros de altura y se extiende unas dos hectáreas en planos rectangulares con esquinas redondeadas”.

Orsini y Benozzi detallan que algunos muros están muy bien conservados y son altos (se registró en el pasado hasta de 14 metros); asimismo, tienen adornos de piedras salientes en forma de triángulo invertido, y fueron construidos con una técnica conocida: bloques grandes de piedra, de cara rectangular, que hacia adentro toman forma triangular; y, entre ellas, piedras pequeñas acuñadas que llenan los intersticios. Una técnica conocida como huanca/pachilla, de uso frecuente en los Andes.

TUMSHUKAYKO: UNA CIUDAD QUE EXISTIÓ POR UNA HAZAÑA COLECTIVA

En su explicación de cómo fue construido Tumshukayko, las autoras italianas aseguran que se requirió de miles de personas para levantar “esa mole del tamaño de una colina”. Solo cabe imaginarlo: “Traer las piedras, labrarlas y luego colocarlas, en tremendo número, es labor de pueblos enteros, seguramente de todo el gran valle. Aparte de un par de escalinatas, hay en el sitio al menos una galería subterránea (los ancianos hablan de tres) que llevaban a diversas cámaras bajo el suelo”, afirman.

Orsini y Benozzi hacen hincapié en que Tumshukayko –declarado patrimonio nacional– “no es solo una pirámide sino varias. En fotos antiguas se ven varias colinitas alrededor de ella, y en una de los (años) noventas se pueden ver estructuras y muros muy elaborados debajo de la pista que lleva al sitio; una clara muestra de que originalmente el sitio sobrepasaba en extensión a lo conocido hoy”.

Las especialistas en arqueología de paisajes, doméstica e identidad étnica en los Andes centrales, se imponen otra pregunta clave: “¿Cuál era originalmente la función de Tumshukayko?” No demoran en responderse:

Sabemos por sitios similares salpicados por todo el Callejón de Huaylas, aunque mucho más pequeños, que eran centros ceremoniales que congregaban a la población para prometer clemencia de los dioses mientras se les involucraba en su construcción y mantenimiento. No hay suficiente fundamento para aplicar la misma función a Tumshukayko, aunque muchas de sus características céntricas y privilegiadas así lo indiquen”.

Muro curvo que destaca en las plataformas del complejo arqueológico de Tumshukayko. (Foto: Proyecto PIARTE “Origen de la Arquitectura Temprana en los Andes” / Misión A. Raimondi).
Muro curvo que destaca en las plataformas del complejo arqueológico de Tumshukayko. (Foto: Proyecto PIARTE “Origen de la Arquitectura Temprana en los Andes” / Misión A. Raimondi).

LA PARTICIPACIÓN LOCAL EN LA ZONA DE TUMSHUKAYKO

Las arqueólogas italianas Carolina Orsini y Elisa Benozzi aseguran, en su artículo de la revista “Archeo” (Octubre, 2022) que Tumshukayko fue usado incluso como cementerio para las víctimas del terremoto y aluvión de 1970, y que fue justo en esa época que varias familias se posicionaron sobre el sitio, confiando en su punto elevado.

Son 13 las familias aún viven aquí, en forma muy modesta (…). También aquí se realizan algunas ceremonias ancestrales recientemente resucitadas, como la elección anual de la ñusta, (antigua consorte o concubina reservada al Inca), que debe ser bella, joven y portadora de los valores comunitarios”.

Orsini y Benozzi plantean en el proyecto lo que llaman “gestión del sitio” y el “diseño de las excavaciones” con la intervención de las propias familias residentes, para ello se han agregado al equipo –que también cuenta con un codirector peruano, oriundo del lugar, el arqueólogo José M. Querevalú– a una antropóloga, Emanuela Canghiari, y a dos miembros de la Asociación Caraz Cultura: Charo Pajuelo y Ricardo Espinosa.

Ellas terminan su nota asegurando que dicho trabajo es solo el comienzo. Quieren darle protagonismo, en esta última fase de ocupación del sitio, a las propias familias de Tumshukayko, por medio de sus vivencias y sentimientos frente a los restos. Y están seguras de que así estas familias “contribuirán significativamente a nuestra investigación”.