[OPINIÓN]  Sonia Chirinos: Poner puertas al océano (Foto: EFE)
[OPINIÓN] Sonia Chirinos: Poner puertas al océano (Foto: EFE)

Para un número significativo de ciudadanos europeos el principal problema (más ficticio que real) que les aqueja es el de la inmigración extranjera.

El discurso de la ultraderecha europea se refuerza en el discurso nacionalista. O sea, en el discurso contra el extranjero. Se percibe a este como el causante del desempleo, o como el impulsor del terrorismo (olvidando que muchos de ellos que —sí— poseen nombres de origen no europeo, son europeos de segunda y tercera generación).

Además, se les acusa de ser causa (argumento no del todo inexacto) de un aumento del gasto en servicios sociales: Los inmigrantes tienen derecho a la asistencia médica; a la jurídica; y, por supuesto a la educación, solo por pisar tierra europea.

En Europa, la nacionalidad por tradición, no se adquiere por el lugar del nacimiento (ius soli), que es el criterio que rige en América, tierra de emigrantes.

Pero, los tiempos cambian. La población de allende las fronteras europeas, acude desesperada, en busca de una vida mejor, a sus costas. Alemania ha sido un ejemplo de acogida de esas oleadas de inmigrantes. Pero países como España o Italia, convertidos en una especie de puerto natural frente a los inmigrantes africanos, reclamaban una solución europea integral.

Tras muchos años, hay acuerdo. Incorpora un endurecimiento de los requisitos de acogida. Marca unas reglas de juego por las que los países están obligados a recibir un número proporcionado de inmigrantes. Aunque de no cumplirlas, se aplicarán sanciones económicas irrisorias. Y, por último, reconoce el asilo político, pero bajo duras condiciones.

La pregunta es si es posible poner puertas al océano, al hambre o a la desesperación. El tiempo lo dirá.

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