Tenemos, por supuesto, a los viajeros que nos hacen pasar vergüenzas aceptando invitaciones de países como en el caso del reciente paseo a Rusia organizado para 13 congresistas. Y las sesiones televisadas de las reuniones de las distintas comisiones muestran salas vacías, dijo Teullet. (Foto: Julio Reaño / @Photo.gec)
Tenemos, por supuesto, a los viajeros que nos hacen pasar vergüenzas aceptando invitaciones de países como en el caso del reciente paseo a Rusia organizado para 13 congresistas. Y las sesiones televisadas de las reuniones de las distintas comisiones muestran salas vacías, dijo Teullet. (Foto: Julio Reaño / @Photo.gec)

El gobierno de Pedro Castillo, su Congreso y los gobernantes regionales son uno de los más saltantes ejemplos de la cleptocracia en el Perú. En términos simples, la cleptocracia es el ejercicio del poder basado en el robo y la corrupción, y, aunque ahora haya habido algunas mejoras en la Presidencia y en el Consejo de Ministros, continúan los congresistas que roban a sus trabajadores, no asisten a sus sesiones y presentan leyes nefastas. También continúan los gobernadores regionales y locales que manejan con corrupción e ineficiencia parte importante del presupuesto y de los proyectos de inversión.

Por el lado del Congreso, tenemos una enorme variedad de impresentables: aquellos que proponen proyectos de ley que los beneficiarán directamente, como aquel que se quería librar del pago de pensión alimenticia de su hija o los profesores que votan para reincorporar a la actividad docente a aquellos que no han podido pasar el examen. Merecen mención especial los cada vez más numerosos ‘mochasueldos’ que se apropian de una parte del sueldo de sus colaboradores y ni siquiera son sancionados porque aquello de que “otorongo no come otorongo” es más verdad que nunca.

Tenemos, por supuesto, a los viajeros que nos hacen pasar vergüenzas aceptando invitaciones de países como en el caso del reciente paseo a Rusia organizado para 13 congresistas. Y las sesiones televisadas de las reuniones de las distintas comisiones muestran salas vacías.

Con relación al presidente del Congreso, apenas elegido comenzaron a saltar todas las denuncias que tiene. Y, sin embargo, las cosas están amarradas de tal manera que, a pesar de la cantidad de denuncias, allí seguirá hasta que los demás congresistas puedan ponerse de acuerdo y juntar el número de votos necesarios para su reemplazo.

Con relación al gobierno de Pedro Castillo, resulta de una eficiencia digna de mejor causa cómo, en tan poco tiempo, pudieron organizarse para tanto robo y corrupción y, lo peor, sin siquiera disimular, como se manifiesta en el despacho que tenía el expresidente en aquella casa de Sarratea ante la vista y paciencia de todo el mundo.

Leer o escuchar las noticias o ver los programas dominicales nos ofrece una sorprendente variedad de delitos que pueden ser practicados desde una posición de poder. Copamiento de instituciones públicas, nepotismo, cobros por puestos, cobros por ascensos en la Policía, sobornos para la contratación de obras públicas… son parte de la variedad de maneras en las que se pudieron aprovechar del Estado en tan corto tiempo. Afortunadamente, la incompetencia fue tan grande que, por mérito propio, cayeron al dar el golpe de Estado que no funcionó. Caso contrario, ¿quién sabe cuándo se habría conseguido realmente el número de votos necesario para la vacancia y cuánto mayor costo habría tenido para las posibilidades de desarrollo del país?

Viendo los resultados de las elecciones regionales y locales y la calidad de Congreso que todavía tenemos, así como su desinterés en promover leyes que puedan mejorar los resultados electorales futuros, no podemos tener demasiadas esperanzas para un mejor escenario en el siguiente periodo electoral, y eso afectará la confianza de los inversionistas y repercutirá en el crecimiento y generación de empleo de calidad.

Lo que tenemos ahora es producto de una elección libre por parte de la ciudadanía. Eso es lo que hay. Depende de nosotros definir lo que habrá.

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