“Sabemos que no es suficiente un cartelito que diga “en este local y en todo el distrito se prohíbe la discriminación”. Hay muchísimo más por hacer, empezando por la familia”.  (Julio Reaño/ @photo.gec)
“Sabemos que no es suficiente un cartelito que diga “en este local y en todo el distrito se prohíbe la discriminación”. Hay muchísimo más por hacer, empezando por la familia”. (Julio Reaño/ @photo.gec)

Muchos han criticado la política de Disney de visibilizar en películas y series infantiles las distintas identidades u orientaciones sexuales. Incluso, personas sin prejuicios opinan que “se les fue la mano” y que están intentando imponer la situación de un pequeño porcentaje de la población en mucha mayor proporción que aquella en la que esta se da en el mundo. Difícil saberlo, porque muchos de aquellos que no son heterosexuales según el molde tradicional lo ocultan, pues todavía enfrentan los ataques de las sociedades intolerantes (que son muchas), entre ellas la nuestra, que aún niega el derecho de matrimonio a personas del mismo sexo. Algo que no hace daño a nadie y que solo debería ser la decisión de las dos personas involucradas.

Las marchas por el ‘Orgullo Gay’ son criticadas también por ser escandalosas y es verdad que muchas veces lo son. Pero también suelen ser pacíficas y, ante la inutilidad de los legisladores que hemos tenido prometiendo igualdad de derechos para la comunidad gay, es también una de las maneras de hacer visibles sus reclamos.

Porque, a fin de cuentas, sabemos que no es suficiente un cartelito que diga “en este local y en todo el distrito se prohíbe la discriminación”. Hay muchísimo más por hacer, empezando por la familia.

Una de las características de las redes sociales es que da voz y visibilidad a quienes hasta hace algún tiempo no tenían opción de dar a conocer sus opiniones, pues exponerlas implicaba tener acceso a un medio de prensa que las filtraba según su criterio editorial. No es ni mucho menos que el resultado así sea perfecto, sino que, al menos, las opiniones pasaban por algún filtro de contenido o siquiera por uno de ortografía.

Entre los personajes que invaden las redes hay una señora cuyo último mensaje por video está referido a la comunidad LGTB+ y a su afán de organizar marchas para darse visibilidad, cosa que, según manifiesta, los heterosexuales (como ella) no hacen. Critica este afán sosteniendo algo así como que no tienen por qué quejarse, pues ya han monopolizado ciertos empleos, como los de la aviación, decoración de interiores y peluquerías. Hasta acá, fuera de la estupidez y prejuicio, nada especialmente novedoso, hasta que aparece un mensaje de respuesta especialmente dolido: la hija de esta mujer le reclama que haya sacado un video así a pesar de las veces que ha intentado explicarle lo difícil que es ser bisexual, lo difícil que es amar a quien ama, lo difícil que es experimentar el rechazo dentro de la propia familia cuya única respuesta fue la recomendación de esconderse.

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