“Solo con mirar alrededor nos podemos hacer una idea de la catástrofe que representaría para el país un terremoto de gran magnitud”.
“Solo con mirar alrededor nos podemos hacer una idea de la catástrofe que representaría para el país un terremoto de gran magnitud”.

El lunes 6 de enero, las imágenes con las que abrían el día los noticieros dejaron de ser, por un momento, las de las marchas violentas y bloqueos de carreteras. En su lugar podíamos ver cómo, frente a las cámaras, caían edificios enteros como castillos de naipes en medio de nubes de polvo. Informaban los locutores de dos terremotos (de 7.8 y de 7.5 grados) en Turquía y Siria, con epicentro cercano a la superficie, y la consecuencia de miles de muertos y heridos.

Además de la localización e intensidad de los sismos, se responsabiliza de la magnitud de los daños a las débiles exigencias de las autoridades en cuanto a los reglamentos de construcción y a la mala calidad de las mismas, y en este punto es inevitable pensar en qué ocurriría en el Perú con un sismo de similares características.

Además de las dudas respecto a la exigencia de estándares por parte de nuestras autoridades (al igual que en Turquía), la primera imagen es la de los cerros que rodean a la ciudad de Lima, la densidad poblacional es cada vez mayor y han ido siendo habitados por familias que en las partes altas “construyen” con adobe, calamina y triplay. En las partes más bajas, las primeras en ser pobladas, estas construcciones originales han ido dejando paso a otras de ladrillo y cemento que empezaron con un solo piso, pero que han ido creciendo para llegar a tres y hasta cuatro pisos. ¿Alguien habrá verificado que tienen los cimientos necesarios para soportarlo? Lo más seguro es que no se haya hecho.

Solo con mirar alrededor nos podemos hacer una idea de la catástrofe que representaría para el país un terremoto de gran magnitud y el descuido de una de las políticas más eficaces en términos económicos y sociales: la construcción de vivienda social, que, desde un primer momento, significa su localización en espacios adonde será posible llevar agua a un costo razonable y no a parchar mediante la distribución en camiones cisterna a alto costo para las familias y luego, si y cuando se pueda, construir infraestructura difícil y cara para efectuar la conexión de agua a la vivienda.

En el plano económico se tiene, además, el efecto multiplicador que tiene el sector de construcción de viviendas: ladrillo, cemento, fierro, sanitarios, madera (puertas y ventanas), vidrio y, muy importante, mano de obra, pues se trata, además, de un sector que genera empleo y, si es producto de una iniciativa y proyectos del Estado, debería tratarse también de empleo formal.

Cada vez que hay un sismo “cercano” (y el acceso a las imágenes los acercan, aunque geográficamente no lo estén), recordamos que es necesario tomar precauciones y “estar preparados”. Ver la forma en que caían los edificios en Turquía generaba temor pues, en el momento, ya la tragedia es inevitable.

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