“Cuando las personas han asumido información como verdadera, tenderán a bloquear, incluso sin ser conscientes, la nueva información que se les alcanza si es que esta contradice la idea preconcebida”. (Foto: KimonBerlin/Flickr)
“Cuando las personas han asumido información como verdadera, tenderán a bloquear, incluso sin ser conscientes, la nueva información que se les alcanza si es que esta contradice la idea preconcebida”. (Foto: KimonBerlin/Flickr)

Muchas veces nos preguntamos por qué es tan difícil hacer que alguien, una vez que tiene una idea determinada, cambie de opinión. Un ejemplo son las propuestas para convocar a una Asamblea Constituyente para cambiar el capítulo económico de la Constitución de 1993 porque, entre otras, esta incentiva la inversión privada y da al Estado un rol subsidiario o da el mismo tratamiento a la inversión nacional y extranjera. Quienes plantean los cambios proponen, por ejemplo, una mayor intervención empresarial del Estado.

Encontré un “manual para desmentir” ideas erróneas o mitos tomados como ciertos, incluso a pesar de la evidencia en contra de ellos: The Debunking Handbook. Explica que, cuando las personas han asumido información como verdadera, tenderán a bloquear, incluso sin ser conscientes, la nueva información que se les alcanza si es que esta contradice la idea preconcebida. Otra razón es que, para continuar informándose, las personas escogerán fuentes que ratifiquen sus propias ideas e ignorarán las que vayan en contra.

Advierten los autores del manual, John Cook y Stefan Lewandowsky, que, cuando haya intención de hacer un desmentido, se debe tener cuidado al enunciar la idea errónea, pues, al repetirla, puede haber un efecto de reafirmación de la misma.

Para lograr desmentir un mito proponen: primero, focalizarse en los hechos que se quieren comunicar (en nuestro ejemplo, el capítulo económico de la Constitución actual ha sido y es bueno para el país). Segundo, una vez establecido este hecho (gracias a la Constitución se ha atraído la inversión, causado crecimiento y reducido la pobreza), debemos resaltarlo de manera sencilla, idealmente ayudados por gráficos (hay muchos de donde escoger que demuestran la mejora de la economía). Luego se debe advertir sobre la desinformación que se va a citar y, recién en ese momento mencionar, cuál es esta información equivocada (hace falta cambiar el capítulo económico de la Constitución) y las razones por las que está equivocada (en nuestro ejemplo, podría ser la falta de inversión privada y reducción del crecimiento y empleo de calidad, o los déficits e hiperinflación al amparo de otro capítulo económico).

Hay esfuerzos, como el de Lampadia, el IPE o, más recientemente, el de Miguel Palomino con artículos llenos de ejemplos y muy fáciles de entender, pero hace falta más.

Estamos admirados por el resultado de las últimas elecciones en Chile. Pues no ha sido gratis: aunque los malos resultados de Gabriel Boric contribuyeron, ha habido, además, esfuerzo (y financiamiento) para lograrlo.

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