"Es terrible nacer mujer en un país como este y es más terrible aún saber que la tortura no solo acabará con las múltiples agresiones".  (Foto: Pixabay)
"Es terrible nacer mujer en un país como este y es más terrible aún saber que la tortura no solo acabará con las múltiples agresiones". (Foto: Pixabay)

A pesar de las constantes agresiones contra mujeres, adolescentes y niñas que ocurren en nuestro país, aún hay personas que chirrían cuando se usa la expresión “Perú, país de violadores”. No es suficiente con la violencia cotidiana producto del machismo, el acoso laboral, el acoso sexual en las calles y en el transporte público, o los golpes a las mujeres y asesinatos por parte de sus parejas para despertar un clamor popular y decir ‘basta’.

Es aún más doloroso saber que son adolescentes, niñas y hasta bebés las ultrajadas y la mayoría de las veces siendo víctimas de miembros de sus propias familias o personas conocidas. Es terrible nacer mujer en un país como este y es más terrible aún saber que la tortura no solo acabará con las múltiples agresiones, sino con la indolencia de las instituciones públicas y las normas laxas para proteger.

El terrible caso de ‘Mila’, la niña iquiteña de 11 años embarazada luego de constantes abusos desde los siete años por parte de su padrastro, es una demostración de cómo el sistema estatal no funciona para proteger, sino para juzgar y entorpecer.

Recién luego de que el caso se haya hecho mediático es que el protocolo de aborto terapéutico será debidamente aplicado. Aunque tarde se ha procedido a la separación de su cargo de los funcionarios que debían protegerla y lo único que hicieron fue desestimar y desanimar.

Todo esto ocurre a pocos meses de la confirmación de la sentencia internacional contra el Estado Peruano frente a una situación en el caso de ‘Camila’, otra pequeña agredida a quien no se le informó sobre la posibilidad de acceder a un aborto terapéutico.

Como bien dice la campaña en redes sociales, las niñas son niñas, las niñas no son madres. Es repugnante no solo que la violencia contra las niñas persista, sino que cueste implementar políticas públicas de protección y cuidado pues hay sectores del poder que se oponen a estas. ¡Una vergüenza!

¿Cuántos casos podremos evitar si es que se incorpora el enfoque de género y la educación sexual integral en las escuelas? A las familias que dicen que son ellas las que deben encargarse de enseñar estas temáticas a sus hijas e hijos, pues sepan que lo están haciendo fatal y es gracias a esta resistencia, a esta ignorancia y al gran desinterés que demasiadas ‘Milas’ y ‘Camilas’ sufren silenciosamente sus maltratos.

Las niñas no se tocan. Las niñas no se violan. Las niñas no son madres.

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